Tecnología

Deepfakes: La Nueva Frontera de la Desinformación en las Elecciones de 2024

A medida que las elecciones de 2024 se acercan, la proliferación de deepfakes generados por inteligencia artificial plantea un desafío sin precedentes para la integridad del proceso electoral, con legisladores y compañías tecnológicas luchando por mantenerse al día.

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Deepfakes: La Nueva Frontera de la Desinformación en las Elecciones de 2024

A medida que las elecciones de 2024 se acercan, la proliferación de deepfakes generados por inteligencia artificial plantea un desafío sin precedentes para la integridad del proceso electoral, con legisladores y compañías tecnológicas luchando por mantenerse al día.

“Los deepfakes son desinformación con esteroides”

- Dan Weiner, director del programa de elecciones y gobierno en el Brennan Center for Justice de la Universidad de Nueva York.

29/2/2024

La era de la inteligencia artificial (IA) ha traído consigo una nueva forma de manipulación mediática: los deepfakes. Estos videos, imágenes o audios alterados digitalmente son tan convincentes que pueden engañar al público haciéndole creer que personas conocidas están diciendo o haciendo cosas que nunca ocurrieron. A medida que nos acercamos a las elecciones de 2024 en Estados Unidos y otros países, el potencial de los deepfakes para influir en el proceso electoral y en la opinión pública nunca ha sido tan alarmante.

En un mundo ya complicado por la desinformación y las noticias falsas, los deepfakes añaden una capa adicional de complejidad a los esfuerzos por preservar la verdad en el discurso público. Desde llamadas robóticas falsas que imitan la voz de políticos hasta videos que alteran sus acciones o declaraciones, la capacidad de estas creaciones para sembrar confusión y desconfianza entre los votantes es sin precedentes. Legisladores, plataformas tecnológicas y gobiernos de todo el mundo se encuentran en una carrera contrarreloj para desarrollar estrategias efectivas que mitiguen su impacto.

La facilidad y el bajo costo para crear deepfakes accesibles a través de herramientas de IA generativa han democratizado la fabricación de contenido falso, permitiendo a individuos y grupos con diversos motivos manipular la realidad con fines políticos o malintencionados. Esta accesibilidad plantea preguntas críticas sobre la capacidad de las sociedades para discernir la realidad en un paisaje mediático cada vez más saturado de falsedades.

Los esfuerzos para combatir los deepfakes y la desinformación asociada varían desde iniciativas legislativas hasta el desarrollo de tecnologías de detección avanzadas. Sin embargo, la velocidad a la que evolucionan tanto la tecnología de IA como las tácticas de desinformación plantea un desafío constante para mantenerse adelante. A medida que nos adentramos en el ciclo electoral de 2024, la lucha contra los deepfakes no es solo una cuestión de tecnología o legislación, sino una batalla por la integridad de la democracia misma.

Algo Curioso
En un esfuerzo por demostrar la facilidad con la que se pueden crear deepfakes, un mago en Nueva Orleans reveló que solo le tomó 20 minutos y 1 dólar generar audio falso implicando a un político, resaltando la accesibilidad y el bajo costo de estas herramientas de IA.

La Carrera Contra el Reloj: Legislación y Tecnología Frente a los Deepfakes

La proliferación de los deepfakes en el ámbito político ha llevado a una respuesta inmediata por parte de los organismos reguladores y las plataformas de redes sociales. En Estados Unidos, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) tomó medidas drásticas al declarar ilegales las llamadas robóticas que utilizan voces generadas por IA, estableciendo un precedente legal que abre la puerta a sanciones y demandas contra quienes violen esta normativa. Este paso representa un esfuerzo significativo para frenar la manipulación electoral a través de tecnologías emergentes.

A nivel global, los desafíos que presentan los deepfakes para las democracias se han manifestado en varios incidentes preocupantes. En Eslovaquia, por ejemplo, audios falsificados que implicaban a candidatos en conductas indebidas circularon justo antes de las elecciones, lo que podría haber influenciado el resultado electoral. Este caso subraya la capacidad de los deepfakes para alterar la percepción pública en momentos críticos, poniendo en riesgo la integridad de los procesos electorales.

Las plataformas de redes sociales, conscientes de su papel en la difusión de información, han comenzado a implementar políticas para exigir a los usuarios que revelen cuando publican contenido generado por IA. Empresas como Meta (anteriormente Facebook), YouTube y TikTok están liderando el camino en este frente, buscando desarrollar estándares industriales para el etiquetado automático de imágenes generadas por IA que podrían usarse para activar etiquetas en las plataformas automáticamente. Estas medidas son cruciales para aumentar la transparencia y ayudar a los usuarios a discernir entre contenido auténtico y manipulado.

Sin embargo, la efectividad de estas políticas y regulaciones está en constante evaluación. La rápida evolución de la tecnología de IA y la ingeniosidad de los actores malintencionados plantean un juego del gato y el ratón, donde las soluciones de hoy pueden no ser suficientes mañana. La legislación a nivel estatal y federal en los Estados Unidos, así como en otros países, está en proceso de adaptación, con proyectos de ley que buscan regular el uso de deepfakes en contextos electorales y más allá. Estos esfuerzos legislativos reflejan un reconocimiento bipartidista de la amenaza que representan los deepfakes, pero también subrayan la complejidad de equilibrar la lucha contra la desinformación con la protección de las libertades civiles.

Respuestas Legales y Tecnológicas al Desafío de los Deepfakes

La introducción de legislación específica para combatir los deepfakes en el ámbito electoral ha sido una respuesta directa al creciente reconocimiento de su potencial desestabilizador. En los primeros seis meses del año, legisladores en 27 estados de EE. UU. han presentado proyectos de ley destinados a regular los deepfakes, reflejando un impulso significativo hacia la creación de un marco legal robusto. Estas propuestas legislativas varían desde la exigencia de divulgaciones claras cuando se utiliza contenido generado por IA hasta la prohibición total de deepfakes durante ventanas críticas previas a las elecciones, como los 60 o 90 días anteriores a la votación.

A nivel internacional, la preocupación por los deepfakes trasciende fronteras, con incidentes reportados que van desde Asia hasta Europa, demostrando que el desafío es global. En respuesta, organismos internacionales y gobiernos nacionales buscan estrategias coordinadas para abordar esta forma de desinformación. La Unión Europea, por ejemplo, ha explorado iniciativas para fortalecer la cooperación entre estados miembros en la detección y respuesta a campañas de desinformación que emplean deepfakes, destacando la necesidad de un enfoque unificado.

El papel de las compañías tecnológicas en la lucha contra los deepfakes es igualmente crucial. Iniciativas como la colaboración entre Meta, OpenAI, Microsoft y Adobe para desarrollar estándares industriales para el contenido generado por IA representan pasos importantes hacia la mitigación de su impacto. Estos esfuerzos buscan no solo mejorar la detección de deepfakes, sino también educar al público sobre cómo identificar contenido manipulado, una tarea cada vez más difícil a medida que la tecnología avanza.

“Los deepfakes son desinformación con esteroides”

- Dan Weiner, director del programa de elecciones y gobierno en el Brennan Center for Justice de la Universidad de Nueva York.

Feb 29, 2024
Colglobal News

La era de la inteligencia artificial (IA) ha traído consigo una nueva forma de manipulación mediática: los deepfakes. Estos videos, imágenes o audios alterados digitalmente son tan convincentes que pueden engañar al público haciéndole creer que personas conocidas están diciendo o haciendo cosas que nunca ocurrieron. A medida que nos acercamos a las elecciones de 2024 en Estados Unidos y otros países, el potencial de los deepfakes para influir en el proceso electoral y en la opinión pública nunca ha sido tan alarmante.

En un mundo ya complicado por la desinformación y las noticias falsas, los deepfakes añaden una capa adicional de complejidad a los esfuerzos por preservar la verdad en el discurso público. Desde llamadas robóticas falsas que imitan la voz de políticos hasta videos que alteran sus acciones o declaraciones, la capacidad de estas creaciones para sembrar confusión y desconfianza entre los votantes es sin precedentes. Legisladores, plataformas tecnológicas y gobiernos de todo el mundo se encuentran en una carrera contrarreloj para desarrollar estrategias efectivas que mitiguen su impacto.

La facilidad y el bajo costo para crear deepfakes accesibles a través de herramientas de IA generativa han democratizado la fabricación de contenido falso, permitiendo a individuos y grupos con diversos motivos manipular la realidad con fines políticos o malintencionados. Esta accesibilidad plantea preguntas críticas sobre la capacidad de las sociedades para discernir la realidad en un paisaje mediático cada vez más saturado de falsedades.

Los esfuerzos para combatir los deepfakes y la desinformación asociada varían desde iniciativas legislativas hasta el desarrollo de tecnologías de detección avanzadas. Sin embargo, la velocidad a la que evolucionan tanto la tecnología de IA como las tácticas de desinformación plantea un desafío constante para mantenerse adelante. A medida que nos adentramos en el ciclo electoral de 2024, la lucha contra los deepfakes no es solo una cuestión de tecnología o legislación, sino una batalla por la integridad de la democracia misma.

La era de la inteligencia artificial (IA) ha traído consigo una nueva forma de manipulación mediática: los deepfakes. Estos videos, imágenes o audios alterados digitalmente son tan convincentes que pueden engañar al público haciéndole creer que personas conocidas están diciendo o haciendo cosas que nunca ocurrieron. A medida que nos acercamos a las elecciones de 2024 en Estados Unidos y otros países, el potencial de los deepfakes para influir en el proceso electoral y en la opinión pública nunca ha sido tan alarmante.

En un mundo ya complicado por la desinformación y las noticias falsas, los deepfakes añaden una capa adicional de complejidad a los esfuerzos por preservar la verdad en el discurso público. Desde llamadas robóticas falsas que imitan la voz de políticos hasta videos que alteran sus acciones o declaraciones, la capacidad de estas creaciones para sembrar confusión y desconfianza entre los votantes es sin precedentes. Legisladores, plataformas tecnológicas y gobiernos de todo el mundo se encuentran en una carrera contrarreloj para desarrollar estrategias efectivas que mitiguen su impacto.

La facilidad y el bajo costo para crear deepfakes accesibles a través de herramientas de IA generativa han democratizado la fabricación de contenido falso, permitiendo a individuos y grupos con diversos motivos manipular la realidad con fines políticos o malintencionados. Esta accesibilidad plantea preguntas críticas sobre la capacidad de las sociedades para discernir la realidad en un paisaje mediático cada vez más saturado de falsedades.

Los esfuerzos para combatir los deepfakes y la desinformación asociada varían desde iniciativas legislativas hasta el desarrollo de tecnologías de detección avanzadas. Sin embargo, la velocidad a la que evolucionan tanto la tecnología de IA como las tácticas de desinformación plantea un desafío constante para mantenerse adelante. A medida que nos adentramos en el ciclo electoral de 2024, la lucha contra los deepfakes no es solo una cuestión de tecnología o legislación, sino una batalla por la integridad de la democracia misma.

Algo Curioso
En un esfuerzo por demostrar la facilidad con la que se pueden crear deepfakes, un mago en Nueva Orleans reveló que solo le tomó 20 minutos y 1 dólar generar audio falso implicando a un político, resaltando la accesibilidad y el bajo costo de estas herramientas de IA.

La Carrera Contra el Reloj: Legislación y Tecnología Frente a los Deepfakes

La proliferación de los deepfakes en el ámbito político ha llevado a una respuesta inmediata por parte de los organismos reguladores y las plataformas de redes sociales. En Estados Unidos, la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) tomó medidas drásticas al declarar ilegales las llamadas robóticas que utilizan voces generadas por IA, estableciendo un precedente legal que abre la puerta a sanciones y demandas contra quienes violen esta normativa. Este paso representa un esfuerzo significativo para frenar la manipulación electoral a través de tecnologías emergentes.

A nivel global, los desafíos que presentan los deepfakes para las democracias se han manifestado en varios incidentes preocupantes. En Eslovaquia, por ejemplo, audios falsificados que implicaban a candidatos en conductas indebidas circularon justo antes de las elecciones, lo que podría haber influenciado el resultado electoral. Este caso subraya la capacidad de los deepfakes para alterar la percepción pública en momentos críticos, poniendo en riesgo la integridad de los procesos electorales.

Las plataformas de redes sociales, conscientes de su papel en la difusión de información, han comenzado a implementar políticas para exigir a los usuarios que revelen cuando publican contenido generado por IA. Empresas como Meta (anteriormente Facebook), YouTube y TikTok están liderando el camino en este frente, buscando desarrollar estándares industriales para el etiquetado automático de imágenes generadas por IA que podrían usarse para activar etiquetas en las plataformas automáticamente. Estas medidas son cruciales para aumentar la transparencia y ayudar a los usuarios a discernir entre contenido auténtico y manipulado.

Sin embargo, la efectividad de estas políticas y regulaciones está en constante evaluación. La rápida evolución de la tecnología de IA y la ingeniosidad de los actores malintencionados plantean un juego del gato y el ratón, donde las soluciones de hoy pueden no ser suficientes mañana. La legislación a nivel estatal y federal en los Estados Unidos, así como en otros países, está en proceso de adaptación, con proyectos de ley que buscan regular el uso de deepfakes en contextos electorales y más allá. Estos esfuerzos legislativos reflejan un reconocimiento bipartidista de la amenaza que representan los deepfakes, pero también subrayan la complejidad de equilibrar la lucha contra la desinformación con la protección de las libertades civiles.

Respuestas Legales y Tecnológicas al Desafío de los Deepfakes

La introducción de legislación específica para combatir los deepfakes en el ámbito electoral ha sido una respuesta directa al creciente reconocimiento de su potencial desestabilizador. En los primeros seis meses del año, legisladores en 27 estados de EE. UU. han presentado proyectos de ley destinados a regular los deepfakes, reflejando un impulso significativo hacia la creación de un marco legal robusto. Estas propuestas legislativas varían desde la exigencia de divulgaciones claras cuando se utiliza contenido generado por IA hasta la prohibición total de deepfakes durante ventanas críticas previas a las elecciones, como los 60 o 90 días anteriores a la votación.

A nivel internacional, la preocupación por los deepfakes trasciende fronteras, con incidentes reportados que van desde Asia hasta Europa, demostrando que el desafío es global. En respuesta, organismos internacionales y gobiernos nacionales buscan estrategias coordinadas para abordar esta forma de desinformación. La Unión Europea, por ejemplo, ha explorado iniciativas para fortalecer la cooperación entre estados miembros en la detección y respuesta a campañas de desinformación que emplean deepfakes, destacando la necesidad de un enfoque unificado.

El papel de las compañías tecnológicas en la lucha contra los deepfakes es igualmente crucial. Iniciativas como la colaboración entre Meta, OpenAI, Microsoft y Adobe para desarrollar estándares industriales para el contenido generado por IA representan pasos importantes hacia la mitigación de su impacto. Estos esfuerzos buscan no solo mejorar la detección de deepfakes, sino también educar al público sobre cómo identificar contenido manipulado, una tarea cada vez más difícil a medida que la tecnología avanza.

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