El 27 de septiembre de 2024, un ataque aéreo israelí mató a Hassan Nasrallah, líder del grupo militante Hezbollah, en su cuartel general subterráneo en Dahieh, suburbio del sur de Beirut. Los aviones de combate F-15I de la Israel Defense Forces (IDF) llevaron a cabo el ataque utilizando bombas de penetración de búnker, específicamente municiones tipo 84 fabricadas en Estados Unidos. En el ataque también fallecieron al menos 20 operativos de Hezbollah, incluido Ali Karki, comandante del frente sur del grupo.
La noticia de la muerte de Nasrallah ha generado intensas reacciones a nivel internacional. El líder supremo de Irán, Ayatollah Ali Khamenei, declaró cinco días de luto y afirmó que el asesinato "no quedará sin respuesta", instando a los musulmanes a apoyar a Hezbollah. Por otro lado, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, calificó el incidente como "una medida de justicia" y ordenó al Pentágono aumentar la postura defensiva de EE.UU. en la región. En contraste, el Papa Francisco criticó los ataques israelíes, calificándolos como "acciones inmorales" y pidió un cese al fuego inmediato.
Las consecuencias humanitarias en Líbano son devastadoras. Desde el inicio de los ataques, más de 700 personas han perdido la vida y aproximadamente 118,000 han sido desplazadas. El primer ministro libanés, Najib Mikati, advirtió que hasta 1 millón de personas podrían estar desplazadas, el mayor desplazamiento interno en la historia del país. En respuesta, el Programa Mundial de Alimentos lanzó una operación de emergencia para ayudar a 1 millón de personas afectadas por el conflicto.
La situación en el terreno ha escalado rápidamente. Israel ha continuado sus ataques aéreos en Líbano, resultando en más de 1,000 muertes y 6,000 heridos en las últimas dos semanas. En aldeas como Ain El Delb, al menos 24 personas murieron en un ataque reciente. Además, la IDF interceptó misiles lanzados desde Yemen, atribuidos a los Houthi, en apoyo a Hezbollah.
Las fuerzas israelíes se mantienen en alerta máxima, movilizando tres batallones de reservistas mientras los enfrentamientos continúan. Hezbollah ha lanzado cohetes hacia territorio israelí en respuesta a los ataques, intensificando las hostilidades.
La escalada del conflicto genera temores de mayores implicaciones regionales. La muerte de Nasrallah podría desencadenar reacciones militares de Irán y sus aliados, mientras que la embajada de EE.UU. ha aconsejado a sus ciudadanos abandonar Líbano debido a la situación.
La desaparición de Nasrallah marca un punto de inflexión significativo en el conflicto entre Israel y Hezbollah, con potenciales repercusiones en la estabilidad de toda la región. Las acciones futuras de Irán y Hezbollah serán determinantes para la dirección del conflicto.