Opinión

EL ESPEJO NO MIENTE

0
100

Aparecieron de la nada

Macondiano era un pueblo pequeño recién fundado, en medio de la selva tropical, al lado de un río de aguas transparentes, donde los peces se podían ver desde la orilla. Realmente semejaba un oasis de tranquilidad, rodeado de árboles enormes donde pareciera que nada extraordinario ocurría, hasta que súbitamente, una veintena de gitanos irrumpieron por el costado norte, cantando, bailando, tocando variados instrumentos, vestidos con ropa de colores, pelo largo y barba poblada, interrumpiendo para siempre la paz de aquel pueblito encantador.

Todos sus habitantes inmediatamente se dirigieron a la plaza principal y quedaron absortos al descubrir diferentes objetos, cual de todos más misterioso y desconocido.

Hasta el alcalde, un hombre justo y bondadoso, médico de profesión, quien ya se había ganado el afecto de los ciudadanos, fue el primero en dialogar con ellos y, después de varias horas de conversaciones, aceptó que se quedaran en las afueras del pueblo en donde instalaron enormes carpas.

Atraídos por la curiosidad, los pobladores se congregaron en torno a los forasteros, quienes desplegaron un bazar de tesoros exóticos: baratijas, especias aromáticas y objetos de dudosa procedencia. Entre las maravillas exhibidas, destacaba un espejo de dimensiones considerables, y desde su superficie cristalina emanaba un brillo sobrenatural que cautivó a todos los presentes.

El deseo del alcalde

El alcalde, hombre sensato y pragmático, quedó irremediablemente flechado por el espejo. Su reflejo en la superficie le devolvía una imagen lozana, vigorosa y carismática. Pero había algo más que en el espejo lo atraía poderosamente, y era una fuerza inexplicable que lo impulsaba a poseerlo.

A pesar de sus modestos ingresos, el alcalde no pudo resistirse a la tentación y ofreció a los gitanos todo lo que tenía a cambio del espejo mágico. Tras arduas negociaciones, finalmente logró adquirirlo, llevando consigo a su hogar la codiciada pieza.

El reflejo de la verdad

Con el espejo colgado en la pared más prominente de su casa, el alcalde se contempló con fascinación. Día tras día, admiraba su imagen en el cristal, convencido de que el espejo le otorgaba el poder de verse a sí mismo con mayor claridad.

Sin embargo, una mañana, al observarse como de costumbre, el alcalde experimentó un escalofrío de horror. Su rostro, otrora lozano y vigoroso, ahora aparecía decrépito, surcado por arrugas profundas y manchas de la edad. La verdad, que por tanto tiempo había eludido, se reflejaba ahora con crudeza en el espejo mágico.

Un regalo para el pueblo

Conmovido por la revelación y motivado por un repentino ataque de humildad, el alcalde decidió compartir su descubrimiento con el resto de los habitantes del pueblo. Convencido de que el espejo podía ser una herramienta para la introspección y el crecimiento personal, lo llevó a la plaza central y lo ofreció como regalo a la comunidad.

Al principio, los pobladores se mostraron reticentes a mirarse en el espejo, temerosos de lo que pudieran descubrir. Sin embargo, poco a poco, la curiosidad los venció y uno a uno se acercaron al cristal mágico.

La belleza interior

Las reacciones ante el espejo fueron diversas. Algunos se lamentaron por el paso del tiempo, mientras que otros se sorprendieron al verse más jóvenes de lo que imaginaban. Sin embargo, en todos ellos, el espejo despertó una profunda reflexión sobre la vida, la muerte y la belleza verdadera.

Con el tiempo, los habitantes del pueblo comprendieron que la belleza no residía en la juventud efímera ni en las apariencias superficiales, sino en la bondad del corazón, la sabiduría acumulada y la riqueza de las experiencias vividas.

El espejo mágico se convirtió en un símbolo de autoaceptación y un recordatorio constante de que la verdadera belleza reside en el interior de cada persona.

Epílogo – Un legado de autoconocimiento

El espejo mágico dejó finalmente una huella imborrable en la memoria del pueblo. Generaciones posteriores se acercaron al cristal para mirarse y reflexionar sobre su propia existencia, aprendiendo a valorar la esencia por sobre la apariencia.

La historia del espejo se convirtió en una leyenda, un recordatorio de la importancia de la introspección, la honestidad consigo mismo y la aceptación de la propia realidad. Un legado de autoconocimiento que trascendió los tiempos, inspirando a las generaciones venideras a abrazar su autenticidad y encontrar la belleza en la imperfección de la vida misma.

“EL ESPEJO NO MIENTE”
Rafael Quiceno Pulido
Domingo 15 de junio de 2025 – Santiago de Chile
Columna de Opinión para Colglobal News

también te puede gustar