Opinión

El Mandamiento Traicionado

0
100

O la ópera bufa del Amor al Prójimo (con drones, esposas y dividendos)

“Empezaron a dejar todo al azar, y el azar nunca ha tenido compasión por nadie”

Albert Camus

Acto I: La misa de los misiles

Dicen amar a Dios.
¡Oh sí, lo aman con frenesí contable!
Se golpean el pecho en sinagogas como quien timbra tarjeta,
recitan versículos entre aplausos y refrigerios parlamentarios,
y juran sobre textos sagrados mientras le dictan a la impresora:
“Imprimir orden de deportación. Copias: Pentágono, ICE, Bukele.”

¿A qué Dios sirven?
¿Al del Antiguo Testamento bursátil?
¿Al del Nuevo Testamento Armamentístico?
¿O al de las finanzas celestiales con paraíso fiscal incluido?

Israel lanza sus bendiciones explosivas con precisión quirúrgica:
una casa, una escuela, una ambulancia. ¡Aleluya, y que caiga el fuego!
“Es defensa”, murmuran, mientras apilan cadáveres como cifras del PIB.

Estados Unidos, por su parte, recicla humanos:
los empaca por docenas y los exporta a Centroamérica,
con manual de uso, grilletes y estampilla de "retorno voluntario".
Todo digno, todo humano, todo con logo.

Acto II: El sermón del selfie

Y entre tanto fervor... ¡aparece Bukele!
Con lentes oscuros y sonrisa de influencer penitenciario.
Recibe deportados como quien recibe paquetes de Amazon.
Levanta megacárceles, reparte llaves de celdas,
y manda saludos a Washington con filtro vintage:
“¡Gracias por confiar en nuestra logística carcelaria!”

Trump y Netanyahu, mientras tanto, se encuentran en el Monte del Cinismo:
uno encierra, el otro arrasa.
Uno levanta muros, el otro los pulveriza.
Ambos sonríen como profetas del Apocalipsis Inmobiliario.
Ambos juran que sirven a Dios…
pero es un Dios hecho a su imagen y semejanza:
blanco, armado, petrolero y con excelente crédito.

Acto III: La sinfonía judicial en do menor

Cuando el horror desborda, el poder no huye:
¡se disfraza de Ley!
Se calza la toga, se empolva la cara, y sale a escena.

En el mundo del lawfare, los fiscales no investigan: consultan encuestas.
Los jueces no juzgan: leen PowerPoints de sus jefes.
Las cortes no deliberan: hacen copy-paste de comunicados.

Todo es legal.
Todo es pulcro.
Todo es “justicia eficiente en tiempo real”.
El que roba millones recibe contrato.
El que cuestiona al poder, recibe citación.
En Colombia, por ejemplo, Daniel Quintero se convierte en Judas por no besar los pies del capital.

Interludio de Dignidad

Pero no todo es farsa en la escena.
También hay jueces que no bajan la mirada,
fiscales que no venden su firma,
magistrados que escriben con conciencia,
aunque sepan que nadie los aplaude,
aunque firmen sentencias entre amenazas y soledad.

A ellos, la toga no les queda como disfraz,
sino como armadura.
A ellos, la Ley no les sirve para encubrir,
sino para iluminar.

Y aunque el sistema los margine,
aunque sus nombres no hagan titulares,
en sus despachos resiste —callada—
la dignidad de un oficio que no se rinde.

Acto IV: El vía crucis de los invisibles

Y ocurre —como quien no quiere— que todo esto pasa justo antes de Semana Santa.
Los mártires no están en las procesiones.
Están en las ruinas, en los vuelos de carga humana,
en las celdas donde se respira gas pimienta con incienso.

La pasión ya no es un drama religioso: es un algoritmo de sufrimiento.
El dolor es globalizado. La cruz se terceriza.
Y Pilatos… es CEO.

Finale: El evangelio según Excel

Y sin embargo, hay algo que se les escapa.
Porque aunque lleven libros contables y balanceen pecados con dividendos,
hay una ley más vieja que Wall Street:
la ley del retorno.

No la dicta un juez. No la firma un ministro. No la venden en Nasdaq.
Es la ley silenciosa que mide sin calcular.
El karma no grita. No tuitea.
Simplemente… llega.

Llega como auditor de almas.
Revisa lo sembrado, cobra lo omitido.
No pide coima. No acepta excusas.
No tiene jurisdicción… porque lo abarca todo.

Y cuando toque la puerta,
no bastará con recitar versículos ni llorar en público.
Entonces, el Dios que decían amar,
preguntará sin estridencia:

—¿Y al prójimo… lo amaron también?

Y ahí no habrá Excel que valga.

también te puede gustar