Opinión

La exaltación de la humildad

0
100

El papa Francisco supo ser un gran reformador, utilizando la herramienta de la humildad que lo acompañó siempre: sacerdote jesuita sin pretensiones, construyó un mensaje claro desde el comienzo de su vida clerical y se ganó el respeto entre la comunidad de San Ignacio, hasta que llegó a ser el provincial para Argentina y de allí saltó para ocupar la plaza de arzobispo de Buenos Aires, convirtiéndose posteriormente en cardenal.

La austeridad no solo era parte de su prédica, sino que lo manifestaba en su apariencia y en todos los actos que realizaba; por esta razón al ser convertido en papa, no dudó en adoptar el nombre de Francisco, aquel santo que decía “Necesito poco, y lo poco que necesito, lo necesito poco”. Convertido en Sumo Pontífice, lo primero que hizo fue rechazar los zapatos color rojo que tenía que utilizar, y los lujosos automóviles a su servicio, también se negó a ocupar el apartamento papal y cruzó a pie la plaza de San Pedro para instalarse en una modesta habitación en la casa de Santa Martha, donde se hospedan sacerdotes que van al Vaticano.

Y con esa sencillez, fue transformando la rígida doctrina de la Iglesia. Poco después de asumir el papado, asistió a una parroquia en donde observó a un anciano cura sentado en el confesionario y se abrió camino para solicitarle que lo oyera en confesión “yo soy un hombre, con defectos como todos” y de esta manera acabó con el dogma a infalibilidad del papa. Y en la plaza pública se acercaba a los homosexuales “son hijos de Dios, quien soy yo para criticarlos” y a los divorciados a quienes reincorporó a la comunión, y colocó mujeres en cargos hasta ahora exclusivos para cardenales.

En una oportunidad alguien le preguntó al cardenal José de Jesús Pimiento, qué opinión tenía del papa, y sin vacilación contestó “yo creo que este papa está haciendo todo lo que Jesucristo no alcanzó a hacer”.

Que gran lección para todos aquellos enquistados en el poder en el mundo, a donde llegan empoderados y arrogantes creyendo que todo es posible hacerlo según los dictados de la petulancia, de la imposición y de la soberbia, y con toda esa postura apartan, condenan, infunden miedo y tergiversan horriblemente el orden de los principios y los valores.

Actuar dentro de la diversidad, es un arte que requiere un enorme nivel cultural, una asimilación de lo que representan los distintos aspectos del saber, de tal manera que permita desarrollar, con humildad, todo un arte de aproximación y una habilidad para construir dentro de las características propias del mundo diverso.

Francisco, deja un ejemplo al mundo entero que, en estos momentos de enorme convulsión, obliga a recoger ese legado y a introducirlo, apartando el embeleco errático que nos quieren imponer desde los más diversos frentes.

también te puede gustar