El metano, reconocido por su capacidad para atrapar calor en la atmósfera, está emergiendo como un desafío crítico en la lucha contra el cambio climático. En los últimos 20 años, los humanos han liberado más de 3 mil millones de toneladas de metano a la atmósfera, exacerbando el calentamiento global. Actualmente, se estima que la eliminación de todas las emisiones de actividades humanas podría reducir el calentamiento global en 0.5°C en una o dos décadas.
La región del Amazonas, con sus vastos humedales tropicales, es una fuente significativa de estas emisiones debido a sus condiciones cálidas y húmedas. Estas condiciones favorecen el crecimiento de microbios que emiten metano, intensificando el problema. Durante un viaje reciente a la Reserva de Desarrollo Sostenible Mamirauá, se documentaron niveles de agua en el río Tabatinga, Brasil, extremadamente bajos, indicando una sequía inminente.
El fenómeno de El Niño ha exacerbado la situación, elevando las temperaturas del aire en la región amazónica por encima de los 40°C. Esto ha provocado la muerte de miles de árboles y fauna, transformando al Amazonas de un sumidero de carbono en una fuente significativa de carbono. En septiembre de 2023, se informó que los niveles de agua en el sistema amazónico eran los más bajos registrados, con más de 7,000 incendios activos en el estado de Amazonas. Las comunidades locales, conocidas como ribeirinhos, enfrentan serias dificultades para acceder a alimentos y atención médica debido a la dramática bajada de los niveles de agua.
Las regiones del permafrost no están exentas de esta crisis. Las turberas del norte del planeta, que han acumulado al menos 400 mil millones de toneladas de carbono desde la última era glacial, están en riesgo de liberar este carbono en forma de dióxido de carbono o metano debido al deshielo. Esta liberación podría tener un efecto devastador en el clima global.
Sin embargo, hay acciones que pueden mitigar estas emisiones. En Finlandia, la cooperativa Snowchange ha demostrado la efectividad de restaurar turberas, logrando reducir las emisiones de carbono en un volumen equivalente a la remoción de 100,000 coches de las carreteras cada año. Adicionalmente, se sugiere reemplazar los electrodomésticos de gas por modelos eléctricos más eficientes, como las bombas de calor, que son de dos a tres veces más eficientes que las calderas de gas. Modificar hábitos alimenticios, particularmente reduciendo el consumo de carne de res y productos lácteos, también puede tener un impacto significativo, considerando que una vaca emite aproximadamente 100 kg de metano al año.
Este análisis subraya la urgencia de abordar las emisiones de metano y sus efectos devastadores en el clima, especialmente en ecosistemas críticos como el Amazonas y las regiones de permafrost. Las medidas de mitigación no solo son viables, sino necesarias para evitar consecuencias catastróficas para nuestro planeta. Las turberas, aunque ocupan solo el 3% de la superficie terrestre, contienen alrededor del 30% de todo el carbono del suelo del mundo, subrayando su importancia en la regulación del clima global.