La Encefalopatía Crónica en Ciervos (ECC), comúnmente llamada enfermedad de los ciervos zombis, ha generado una creciente preocupación entre los científicos y la comunidad médica. Esta enfermedad neurodegenerativa, que afecta a ciervos, alces, renos y otros miembros de la familia de los cérvidos, se caracteriza por síntomas como letargo, pérdida de peso, agresividad y una mirada perdida, lo que ha llevado a su denominación popular. La ECC es causada por priones, agentes patógenos anormales y transmisibles que son resistentes a métodos de desinfección convencionales.
El aumento de casos en América del Norte, especialmente en parques nacionales como Yellowstone, ha encendido las alarmas sobre la posibilidad de que la enfermedad cruce la barrera de especies y afecte a los humanos. Aunque no se han reportado casos de transmisión a personas, la experiencia con enfermedades similares, como la Encefalopatía Espongiforme Bovina (EEB), más conocida como enfermedad de las vacas locas, sugiere que este riesgo no puede ser descartado.
La ECC se transmite entre los animales a través de fluidos corporales como saliva, sangre y orina, y los priones pueden persistir en el medio ambiente durante años, lo que complica los esfuerzos para controlar su propagación. La enfermedad ha sido detectada en al menos 31 estados de EE.UU. y tres provincias canadienses, así como en países como Noruega, Finlandia, Suecia y Corea del Sur.
Los expertos enfatizan la necesidad de una mayor vigilancia y medidas preventivas, especialmente en áreas donde la caza de cérvidos es común. Se recomienda a los cazadores que realicen pruebas en los animales antes de consumir su carne y que eviten el contacto con tejidos potencialmente infecciosos como el cerebro y la médula espinal. La preocupación se extiende a la posibilidad de que la enfermedad pueda afectar a otros mamíferos, incluyendo el ganado y, potencialmente, a los seres humanos.