El Gran Colisionador de Hadrones (LHC), situado en un túnel circular de 27 km bajo el campo franco-suizo, ha sido una pieza central en la física de partículas, permitiendo a los científicos recrear las condiciones que existían fracciones de segundo después del Big Bang al colisionar protones y otras partículas subatómicas a velocidades cercanas a la luz. Este colisionador, el más grande del mundo, jugó un papel crucial en el descubrimiento del bosón de Higgs en 2012, un hallazgo que fue reconocido con el Premio Nobel de Física el año siguiente. Sin embargo, desde entonces, el LHC no ha revelado nuevas físicas significativas que arrojen luz sobre misterios como la naturaleza de la materia oscura o la energía oscura, la dominancia de la materia sobre la antimateria, o la posible existencia de dimensiones extra ocultas.

Ante esta situación, el CERN ha propuesto la construcción del Colisionador Circular Futuro (FCC), una máquina de €20 mil millones con un perímetro de 91 km capaz de alcanzar energías máximas de 100 teraelectronvoltios (TeV), en comparación con los 14 TeV del LHC. Este ambicioso proyecto busca no solo continuar la búsqueda de respuestas a algunas de las preguntas fundamentales sobre el universo sino también superar las limitaciones del LHC al explorar fenómenos físicos en escalas y energías previamente inaccesibles.
La propuesta del FCC ha generado debate dentro de la comunidad científica y más allá. Críticos como Sir David King, exasesor científico jefe del gobierno del Reino Unido, han calificado el gasto de miles de millones en la máquina como “imprudente” en un momento en que el mundo enfrenta amenazas graves debido a la crisis climática. A pesar de estas preocupaciones, el consejo del CERN discutió una revisión intermedia de un estudio de viabilidad para el FCC, con la esperanza de obtener aprobación en los próximos cinco años y tener la máquina construida y operativa en la década de 2040.