Dubái está enfrentando uno de sus veranos más calurosos registrados, con temperaturas que han alcanzado los 42°C el 20 de julio en el Aeropuerto Internacional de Dubái. Aún más preocupante, la combinación de calor y alta humedad ha llevado a que la sensación térmica supere los 60°C en varias ocasiones, alcanzando un máximo de 62°C. Según los registros, este fenómeno de sensaciones térmicas extremas ha sucedido en cinco días durante este año, en comparación con un solo día en 2023 y ninguno en 2022.
En un informe alarmante, la U.S. National Weather Service calificó temperaturas superiores a 54°C como de "peligro extremo" para la salud humana. Este umbral crítico ha sido superado en 13 días en 2024, mientras que en 2023 se registraron 23 días y en 2022, 7 días. La región del Medio Oriente está viendo un calentamiento acelerado, con un incremento de 0.45°C por década, 1.66 veces más rápido que el promedio global.
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El impacto del calor extremo no solo se limita a Dubái. En Arabia Saudita, el calor ha provocado la muerte de más de 1,300 peregrinos durante el Hajj. En Egipto, las altas temperaturas están afectando severamente la agricultura, y en Irán, el gobierno se ha visto obligado a cerrar oficinas debido a las condiciones climáticas extremas. En abril de este año, Dubái también sufrió inundaciones severas causadas por lluvias récord, poniendo en evidencia la vulnerabilidad de la infraestructura urbana ante fenómenos climáticos extremos.
El calentamiento de las aguas del Golfo Pérsico, que rodea a Dubái, es particularmente preocupante. Estas aguas alcanzan más de 36°C en verano, calentándose más del doble de rápido que los océanos del mundo. Este fenómeno, sumado al efecto de isla de calor urbano, provoca que las áreas urbanas sean entre 3 y 4°C más cálidas en comparación con las zonas rurales.
Proyecciones del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático sugieren que las temperaturas en el Medio Oriente podrían aumentar entre 1.3°C y 4.7°C para finales de siglo. Este aumento plantea serios riesgos no solo para la vida humana, sino también para la fauna local, incluyendo especies adaptadas al calor como los camellos. El Golfo Pérsico, en verano, puede alcanzar temperaturas de agua superiores a los 36°C, calentándose más del doble de rápido que los océanos globales.