El mundo acaba de experimentar el febrero más caliente desde que se tienen registros, con una temperatura global promedio que superó el umbral preindustrial en 1.77°C, según los datos proporcionados por el Servicio de Cambio Climático de Copernicus (C3S) de la Unión Europea. Este evento marca el noveno mes consecutivo de temperaturas récord, subrayando la intensificación del calentamiento global y sus impactos generalizados en todo el planeta. Este fenómeno climático ha provocado un aumento en la frecuencia de eventos climáticos extremos, incluyendo tormentas destructivas, sequías que devastan cultivos y fuegos forestales sin precedentes.
Investigadores y científicos climáticos han destacado el papel crítico de las actividades humanas en esta tendencia de calentamiento, principalmente a través de las emisiones de gases de efecto invernadero derivadas de la quema de combustibles fósiles. A pesar del papel amplificador de fenómenos naturales como El Niño, que contribuyen temporalmente al aumento de las temperaturas globales, es el acumulado de gases de efecto invernadero en nuestra atmósfera lo que constituye la causa subyacente de estos récords de temperatura.
La situación actual coloca al planeta en "territorio desconocido", según Carlo Buontempo, quien enfatiza que la humanidad nunca ha enfrentado un clima de esta magnitud. Este cambio radical desafía nuestra infraestructura existente, sistemas de transporte, y prácticas agrícolas, y exige una reevaluación urgente de nuestras políticas y comportamientos en relación con el medio ambiente.
A nivel europeo, el invierno de 2024 se clasificó como el segundo invierno más cálido registrado, con temperaturas que en algunos países excedieron los promedios históricos por márgenes significativos. Esta anomalía térmica no solo pone de manifiesto la variabilidad climática dentro de un continente, sino también subraya la urgente necesidad de políticas climáticas ambiciosas y acciones concretas para mitigar el calentamiento global.