Un equipo de investigadores liderado por Lauren Wilson, estudiante de doctorado en la Universidad de Princeton y exalumna de la Universidad de Alaska Fairbanks (UAF), documentó la presencia de más de 50 fósiles de aves en la Formación Prince Creek, situada en el norte de Alaska. El estudio, que también cuenta con la participación destacada de Patrick Druckenmiller, director del Museo de Alaska del Norte, fue publicado en la revista Science y ofrece nuevas perspectivas sobre la evolución de las aves durante el Cretácico superior.
Los restos fósiles, compuestos por huesos y fragmentos de huesos de aves, corresponden a especies similares a patos, gaviotas y aves buceadoras equiparables a los loons actuales. Una parte significativa de estos restos, algunos de menos de 2 mm de tamaño, pertenecen a crías o embriones, lo que permite afirmar que estas aves se reproducían en la zona, aportando así pruebas directas de anidación en regiones polares hace 73 millones de años. Este descubrimiento retrasa entre 25 y 30 millones de años el registro previo más antiguo sobre anidación de aves polares, basado en una colonia de pingüinos del Eoceno en la Antártida que vivió hace 46.5 millones de años.
Los análisis identificaron especies como miembros del grupo extinto Ichthyornithes, aves que presentaban dientes y una anatomía similar a las gaviotas, además de fósiles pertenecientes al grupo Hesperornithes, aves buceadoras también dentadas. Junto a estos ejemplares, se hallaron aves sin dientes posiblemente emparentadas con las Neornithes, el linaje de las aves modernas.
Las condiciones ambientales de Prince Creek durante el Cretácico eran extremas, con veranos de seis meses de luz continua y abundancia de vegetación y recursos, seguidos por inviernos con temperaturas bajo cero y hasta cuatro meses de oscuridad total. La presencia de aves jóvenes y en desarrollo en este contexto indica su capacidad de adaptación a períodos prolongados de luz y oscuridad, así como a fuertes variaciones estacionales.
El hallazgo resalta la importancia de las aves en los ecosistemas polares, donde han cumplido funciones clave en la polinización y dispersión de semillas durante millones de años. Por la fragilidad del material óseo de las aves y lo excepcional de su preservación, la colección encontrada reviste especial relevancia para la investigación paleontológica, consolidando a la Formación Prince Creek como un sitio crucial para el estudio de la fauna del Cretácico en el Ártico.
El descubrimiento aporta datos fundamentales para la comprensión de la historia evolutiva de las aves y facilita el análisis de su convivencia con los dinosaurios en entornos extremos. La investigación subraya la singularidad de Alaska en el mapa global de la paleontología de aves, proporcionando nuevos elementos para el estudio de la biodiversidad del pasado en regiones polares.