El yacimiento arqueológico Bété I, situado a unos 20 kilómetros al norte de Abidján, en Costa de Marfil, ha revelado uno de los hallazgos más significativos hasta la fecha sobre la evolución temprana del ser humano. Un equipo de investigadores ha datado herramientas de piedra allí encontradas en aproximadamente 150,000 años, duplicando la antigüedad conocida de la presencia humana en las selvas tropicales africanas, que hasta ahora se pensaba era de apenas 18,000 años. Este avance fue publicado en la revista Nature.
El lugar había sido explorado inicialmente en los años 80 por una expedición soviético-marfileña, aunque las herramientas recogidas y documentadas en aquella ocasión se perdieron durante la guerra civil en 2011. Sin embargo, las excavaciones recientes utilizaron métodos modernos de datación, como la luminescencia ópticamente estimulada (OSL) y la resonancia de espín de electrones (ESR), para establecer la temporalidad de los artefactos.
Las excavaciones del sitio revelaron dos capas principales de ocupación humana. La más antigua registra actividad continua comprendida entre 150,000 y 50,000 años atrás, mientras que otra evidencia períodos de ocupación posteriores entre 20,000 y 12,000 años. De entre las herramientas descubiertas, destacan picos y otros objetos pesados diseñados para trabajos específicos, así como herramientas más pequeñas y retocadas. Estas piezas se dividieron en unidades estratigráficas, siendo la llamada "Unidad D" la que contiene los ejemplares más antiguos.

Análisis paleoecológicos basados en muestras de polen y compuestos químicos complementaron el descubrimiento. Indicaron que en el período analizado, el área estuvo cubierta por densos bosques lluviosos dominados por especies como el aceite de palma (Elaeis guineensis), que representó hasta un 80% de las muestras de polen encontradas. Estas conclusiones contradicen la idea convencional de que las selvas tropicales representaban barreras intransitables para la dispersión humana, sugiriendo que los Homo sapiens no solo sobrevivieron, sino prosperaron en estas regiones.
El hallazgo arroja nuevas perspectivas sobre la evolución humana, cuestionando modelos tradicionales que establecen la savana como el hábitat de origen predominante de Homo sapiens. Según Eslem Ben Arous, paleoantropóloga líder del proyecto, "la coexistencia en hábitats diversos fue esencial en la evolución humana". Además, expertos en áreas como la biología y la arqueología han apuntado a que este tipo de ecosistemas jugaron un papel crucial en el desarrollo de habilidades adaptativas únicas.
La importancia del descubrimiento ha sido ampliamente reconocida entre especialistas, quienes lo consideran un paso clave para entender cómo los primeros humanos se adaptaron a entornos variados. El aceite de palma, tan común en los productos modernos, ya estaba presente como una de las especies dominantes en los bosques lluviosos habitados por Homo sapiens hace 150,000 años, lo que lo conecta con nuestros ancestros de una manera inesperada.