Un reciente estudio liderado por el UK Met Office ha puesto en evidencia cómo los incendios forestales están impactando severamente el presupuesto de carbono global, llevándonos al borde del límite crítico de 1.5 °C de calentamiento global. Según el estudio, la temperatura en la que estos efectos se intensifican es de 1.34 °C, un nivel ya casi alcanzado, dado que actualmente el calentamiento se sitúa aproximadamente en 1.3 °C por encima de los niveles preindustriales.
Los incendios forestales no solo emiten grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2) al quemar vastas áreas de vegetación, sino que también reducen la capacidad de los bosques para actuar como sumideros de carbono. Este doble impacto contribuye significativamente al aumento de las temperaturas globales.
Desde 1971, las condiciones cálidas y secas se han intensificado en América del Sur. En el norte de la Amazonía, los días de alto riesgo de incendios se han triplicado, aumentando de menos de 20 días al año en 1971 a hasta 70 días al año en 2022. En el Gran Chaco y la cuenca de Maracaibo, las precipitaciones han disminuido en aproximadamente 100 mm y 200 mm anualmente, respectivamente, desde 1971 hasta 2022, exacerbando las condiciones propicias para los incendios.
El estudio también muestra que las condiciones de fuego en áreas como la Amazonía y la región de Maracaibo han aumentado dramáticamente, pasando de menos de 40 días al año en el período 1971-2000 a hasta 120 días al año en la última década. La variabilidad interanual de los extremos secos se ha duplicado, incrementando significativamente desde 1971-2000 hasta 2003-2022.
Los fenómenos climatológicos como El Niño y La Niña juegan un papel crucial en este escenario. Por ejemplo, el evento de El Niño de 2015, apodado "El Niño Godzilla", estuvo asociado con un récord de condiciones secas en la región norte de la Amazonía. Existe una correlación significativa entre estos eventos y las anomalías en la temperatura de la superficie del mar, especialmente en regiones críticas como la Amazonía y el Gran Chaco, aumentando así la frecuencia y severidad de los incendios.
Las consecuencias de estos incendios son extensas, afectando tanto a los ecosistemas como la salud humana. Las temperaturas extremas resultantes han llevado a un aumento de muertes en ciudades sudamericanas. La deforestación y las prácticas agrícolas de quema para limpiar tierras contribuyen a la severidad y frecuencia de los incendios, agravando aún más la situación.
En resumen, los incendios forestales están intensificando el calentamiento global al liberar grandes cantidades de CO2 y reducir la capacidad de los bosques para absorber este gas. Tanto las condiciones climáticas extremas como las actividades humanas están detrás del aumento de la frecuencia y severidad de estos incendios en regiones críticas como la Amazonía y el Gran Chaco, contribuyendo al agotamiento del presupuesto de carbono que la humanidad se ha asignado para limitar el calentamiento global.