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El 12 de abril de 2024, el equipo de NYU Langone Health en Nueva York llevó a cabo un procedimiento pionero al implantar una bomba cardíaca a Lisa Pisano, una mujer de 54 años con insuficiencia cardíaca y renal en fase terminal. Días después, Lisa se convirtió en la primera persona en recibir un trasplante de riñón y glándula tímica de un cerdo genéticamente modificado, diseñado para reducir el riesgo de rechazo del órgano.
El impacto potencial de este procedimiento es monumental, ya que combina dos tecnologías avanzadas de salvamento en un solo paciente, algo nunca antes visto en la historia médica. La inclusión de la glándula tímica es particularmente significativa, ya que se espera que ayude a reprogramar el sistema inmunológico de Pisano para aceptar el nuevo órgano sin una cantidad excesiva de medicamentos inmunosupresores.
Lisa, quien había agotado todas las opciones médicas convencionales y enfrentaba un pronóstico sombrío, decidió someterse a este procedimiento experimental bajo el programa de "uso compasivo" de la FDA. "Era mi última opción, y aunque era un riesgo, valía la pena intentarlo si podía dar más tiempo a alguien más en el futuro", dijo Pisano.
El equipo de NYU Langone Health, liderado por el Dr. Nader Moazami y el Dr. Robert Montgomery, utilizó un riñón de cerdo con un solo cambio genético, específicamente diseñado para eliminar un azúcar conocido como alfa-gal, que es reconocido por el sistema inmunológico humano como un marcador de células no humanas. Este azúcar puede causar un rechazo inmediato del órgano trasplantado. La modificación genética apunta a mejorar la compatibilidad del órgano y reducir el riesgo de rechazo.
El 4 de abril, Lisa Pisano recibió una bomba ventricular izquierda, un dispositivo que ayuda a mantener la función cardíaca al bombear sangre desde el ventrículo izquierdo hacia el resto del cuerpo. Este dispositivo es vital para pacientes como Lisa, cuyo corazón ya no puede bombear sangre de manera eficiente por sí solo. Sin esta intervención, los médicos estimaron que su expectativa de vida sería de solo unas pocas semanas.
Apenas ocho días después de la implantación de la bomba cardíaca, se procedió con el trasplante del riñón porcino. Este abordaje dual fue esencial dado el delicado estado de salud de Lisa, quien estaba en diálisis debido a su enfermedad renal terminal. La coordinación de ambos procedimientos presentó desafíos únicos, especialmente en la gestión del flujo sanguíneo entre el corazón y el riñón transplantado.
Tras el exitoso trasplante, los médicos de NYU Langone monitorizaron de cerca la función del riñón porcino en Lisa, observando indicadores clave como la producción de orina y los niveles de creatinina, un desecho metabólico que los riñones sanos deben filtrar efectivamente de la sangre. A los pocos días del procedimiento, el riñón comenzó a funcionar según lo esperado, marcando un resultado positivo inicial para el equipo médico.
Los desafíos técnicos durante la operación incluyeron ajustar la tasa de flujo del dispositivo de asistencia ventricular izquierda para asegurar que el riñón transplantado recibiera suficiente sangre para funcionar adecuadamente. Este ajuste fue crucial para evitar la sobrecarga del órgano nuevo, dado que un flujo sanguíneo inadecuado podría haber comprometido la viabilidad del trasplante.
El 12 de abril de 2024, el equipo de NYU Langone Health en Nueva York llevó a cabo un procedimiento pionero al implantar una bomba cardíaca a Lisa Pisano, una mujer de 54 años con insuficiencia cardíaca y renal en fase terminal. Días después, Lisa se convirtió en la primera persona en recibir un trasplante de riñón y glándula tímica de un cerdo genéticamente modificado, diseñado para reducir el riesgo de rechazo del órgano.
El impacto potencial de este procedimiento es monumental, ya que combina dos tecnologías avanzadas de salvamento en un solo paciente, algo nunca antes visto en la historia médica. La inclusión de la glándula tímica es particularmente significativa, ya que se espera que ayude a reprogramar el sistema inmunológico de Pisano para aceptar el nuevo órgano sin una cantidad excesiva de medicamentos inmunosupresores.
Lisa, quien había agotado todas las opciones médicas convencionales y enfrentaba un pronóstico sombrío, decidió someterse a este procedimiento experimental bajo el programa de "uso compasivo" de la FDA. "Era mi última opción, y aunque era un riesgo, valía la pena intentarlo si podía dar más tiempo a alguien más en el futuro", dijo Pisano.
El equipo de NYU Langone Health, liderado por el Dr. Nader Moazami y el Dr. Robert Montgomery, utilizó un riñón de cerdo con un solo cambio genético, específicamente diseñado para eliminar un azúcar conocido como alfa-gal, que es reconocido por el sistema inmunológico humano como un marcador de células no humanas. Este azúcar puede causar un rechazo inmediato del órgano trasplantado. La modificación genética apunta a mejorar la compatibilidad del órgano y reducir el riesgo de rechazo.
El 4 de abril, Lisa Pisano recibió una bomba ventricular izquierda, un dispositivo que ayuda a mantener la función cardíaca al bombear sangre desde el ventrículo izquierdo hacia el resto del cuerpo. Este dispositivo es vital para pacientes como Lisa, cuyo corazón ya no puede bombear sangre de manera eficiente por sí solo. Sin esta intervención, los médicos estimaron que su expectativa de vida sería de solo unas pocas semanas.
Apenas ocho días después de la implantación de la bomba cardíaca, se procedió con el trasplante del riñón porcino. Este abordaje dual fue esencial dado el delicado estado de salud de Lisa, quien estaba en diálisis debido a su enfermedad renal terminal. La coordinación de ambos procedimientos presentó desafíos únicos, especialmente en la gestión del flujo sanguíneo entre el corazón y el riñón transplantado.
Tras el exitoso trasplante, los médicos de NYU Langone monitorizaron de cerca la función del riñón porcino en Lisa, observando indicadores clave como la producción de orina y los niveles de creatinina, un desecho metabólico que los riñones sanos deben filtrar efectivamente de la sangre. A los pocos días del procedimiento, el riñón comenzó a funcionar según lo esperado, marcando un resultado positivo inicial para el equipo médico.
Los desafíos técnicos durante la operación incluyeron ajustar la tasa de flujo del dispositivo de asistencia ventricular izquierda para asegurar que el riñón transplantado recibiera suficiente sangre para funcionar adecuadamente. Este ajuste fue crucial para evitar la sobrecarga del órgano nuevo, dado que un flujo sanguíneo inadecuado podría haber comprometido la viabilidad del trasplante.
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