De acuerdo con un artículo reciente de The Guardian, escrito por James Tapper, se ha descubierto que más del 80% de 27 compañías de ropa para exteriores aún emplean sustancias per- y polifluoroalquiladas (PFAS) en sus productos. Estas sustancias se utilizan principalmente para hacer que la ropa sea impermeable y resistente a manchas. Sin embargo, diversos estudios han vinculado los PFAS a problemas de salud graves, como altos niveles de colesterol, trastornos del sistema inmunológico y algunos tipos de cáncer. Además, estas sustancias pueden tardar cientos de años en descomponerse, lo que resulta en una persistente contaminación del suelo y las fuentes de agua.
El informe de The Guardian también revela que casi la mitad de las compañías evaluadas no tienen una fecha límite clara para dejar de utilizar PFAS. A pesar de esta inacción, hay señales de esperanza. Marcas como Páramo y Finisterre han eliminado por completo el uso de estas sustancias en sus productos. Otras, como Fjällräven, Alpkit, Lowe Alpine y Patagonia, han logrado que la mayoría de sus productos estén libres de PFAS. Más de una docena de compañías han anunciado planes para abandonar el uso de estas sustancias el próximo año.
La industria utiliza más de 10,000 sustancias químicas distintas de PFAS para mejorar la resistencia de las telas al agua. No solo se produce contaminación durante la fabricación de estos productos, sino también cuando los consumidores usan la ropa y al desecharla. La continua utilización de estas sustancias plantea una amenaza significativa para el medio ambiente y la salud pública.
La Royal Society of Chemistry ha solicitado al gobierno la creación de una agencia específica para regular el uso de PFAS y otras sustancias químicas. A pesar de anteriores compromisos, hasta la fecha no se ha publicado una estrategia química oficial por parte del gobierno. La falta de regulación y control sobre estas sustancias sigue siendo un punto crítico que demanda atención inmediata.
Algunas de las sustancias PFAS pueden persistir en el medio ambiente por cientos de años, lo que les ha valido el apodo de "químicos eternos".