La población de ballenas jorobadas en el Pacífico Norte ha experimentado una disminución alarmante, cayendo un 20% de 33,000 a poco más de 26,600 individuos en menos de una década. Este descenso, destacado en un estudio publicado en la revista Royal Society Open Science, pone de manifiesto las graves repercusiones de las olas de calor marinas en la biodiversidad marina. La investigación, liderada por un equipo de 75 científicos, utilizó avanzadas técnicas de identificación fotográfica para rastrear la población de estas majestuosas criaturas entre 2012 y 2021, revelando resultados más dramáticos de lo esperado.
El estudio identifica a las olas de calor marinas, fenómenos de elevadas temperaturas oceánicas que se han vuelto más frecuentes e intensos debido al cambio climático, como la principal causa de este declive. Estos eventos alteran significativamente los ecosistemas marinos, afectando la disponibilidad de presas cruciales para la dieta de las ballenas, como el krill y pequeños peces. La escasez de alimentos obliga a estas ballenas a gastar más energía en la búsqueda de sustento, lo que repercute negativamente en su salud, tasas de reproducción y supervivencia.
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Además de la disminución general, el estudio destaca una caída particularmente pronunciada en el número de ballenas que hibernan en Hawai, con un descenso del 34%. A pesar de que las ballenas jorobadas no están actualmente en peligro de extinción, enfrentan múltiples amenazas derivadas de la actividad humana, como la contaminación acústica y el tráfico marítimo. Este declive poblacional subraya la urgencia de abordar el cambio climático y sus efectos en los océanos para asegurar la supervivencia de estas y otras especies marinas.
La recuperación de las ballenas jorobadas, que parecía prometedora tras la prohibición de la caza comercial en 1982 por la Comisión Ballenera Internacional, se ve ahora amenazada por el calentamiento global. La gran ola de calor marino entre 2014 y 2016, con temperaturas hasta 6 grados Celsius por encima de lo normal, ha tenido un impacto devastador, no solo en las ballenas sino también en otras especies como frailecillos, leones marinos y focas. “Un océano más cálido produce menos alimento”, explica Cheeseman, destacando el declive o la migración del fitoplancton, esencial para la cadena alimentaria oceánica.