Ciencia

Patógenos Humanos Amenazan la Supervivencia de los Primates

Un estudio revela cómo enfermedades humanas como la neumonía, la tuberculosis y la fiebre amarilla están comprometiendo gravemente la salud y supervivencia de poblaciones de primates en todo el mundo, evidenciando la transmisión de patógenos de humanos a estos animales.

Ciencia

Patógenos Humanos Amenazan la Supervivencia de los Primates

Un estudio revela cómo enfermedades humanas como la neumonía, la tuberculosis y la fiebre amarilla están comprometiendo gravemente la salud y supervivencia de poblaciones de primates en todo el mundo, evidenciando la transmisión de patógenos de humanos a estos animales.

“Lo que creemos sobre cómo llegamos a ser las criaturas extraordinarias que somos hoy es mucho menos importante que cómo aplicamos nuestro intelecto ahora, en todo el mundo, para salir del lío que hemos creado”

- Expresó la legendaria primatóloga inglesa Jane Goodall.

11/2/2024

La reciente muerte de Stella, una chimpancé del Parque Nacional Kibale en Uganda, debido a una neumonía causada por un virus humano, ha puesto de relieve una amenaza creciente para los primates: las enfermedades respiratorias transmitidas por humanos. Este incidente no es aislado; en 2017, un brote de metapneumovirus humano acabó con el 12% de la comunidad de chimpancés de Stella, sin contar a los huérfanos que no pudieron sobrevivir sin sus padres. Durante más de tres décadas, las enfermedades respiratorias han sido la principal causa de muerte de los chimpancés en Kibale, con brotes similares afectando a otras poblaciones de primates en África.

La destrucción del hábitat y los microorganismos humanos han afectado gravemente a la fauna silvestre, al punto de que incluso los chimpancés salvajes portan bacterias resistentes a los antibióticos. Un estudio de 2021 descubrió que los chimpancés del Parque Nacional Gombe Stream en Tanzania han desarrollado resistencia a las sulfonamidas, un tipo de antibiótico comúnmente utilizado por las personas locales para tratar la diarrea. Este hallazgo subraya cómo la interacción entre humanos y primates, incluso en niveles indirectos, puede tener consecuencias devastadoras para estos últimos.

Hasta hace poco, las enfermedades en primates no se consideraban una amenaza significativa para su supervivencia, con la atención científica centrada principalmente en la pérdida de hábitat y la caza furtiva. Sin embargo, la transmisión de patógenos de humanos a animales, conocida como zoonosis inversa, ha emergido como un riesgo considerable, especialmente para los primates debido a su similitud genética con los humanos. Un estudio de 2022 identificó 97 investigaciones que documentaron casos de zoonosis inversa en animales salvajes, 57 de los cuales involucraban a primates, destacando la fuerte asociación entre la presencia de patógenos humanos en animales y el nivel de contacto humano.

La popularidad del ecoturismo ha demostrado ser una espada de doble filo para los primates. Aunque puede generar ingresos que benefician a las comunidades locales y promover esfuerzos de conservación, también aumenta el riesgo de transmisión de enfermedades. Las directrices de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) de 2015 para gestionar el turismo de grandes simios, que incluyen el uso de mascarillas y limitar la proximidad de los turistas a los animales, a menudo no se siguen, como lo demuestra un estudio de 2020 que encontró que el 40% de los videos en redes sociales mostraban a humanos a menos de un metro de los gorilas.

Algo Curioso
La resistencia a la fiebre amarilla desarrollada por los primates africanos contrasta marcadamente con la vulnerabilidad de sus parientes en las Américas, destacando cómo la historia evolutiva y las intervenciones humanas han moldeado las respuestas inmunológicas de diferentes especies de primates a enfermedades comunes.

Impacto de la Tuberculosis y Otras Enfermedades en Primates Salvajes

La tuberculosis, una enfermedad largamente asociada a los humanos, ha sido identificada como una de las principales causas de brotes en primates cautivos, evidenciando la vulnerabilidad de estos animales a patógenos humanos. La bacteria Mycobacterium tuberculosis, naturalmente albergada por humanos, ha demostrado ser igualmente letal para los primates, quienes han sido históricamente utilizados en estudios sobre esta enfermedad. Aunque el alcance total de la tuberculosis en poblaciones de primates salvajes no se conoce completamente, casos confirmados en el Parque Nacional Taï sugieren la transmisión de esta enfermedad desde humanos a chimpancés, planteando serias preocupaciones sobre la salud de estas poblaciones.

Además de la tuberculosis, la fiebre amarilla ha causado estragos en poblaciones de primates en América, donde no habían desarrollado resistencia a la enfermedad, a diferencia de sus contrapartes africanas. La introducción de la fiebre amarilla en América hace 300 años, a través del comercio de esclavos, resultó en la muerte de miles de monos, destacando la vulnerabilidad de los primates a enfermedades humanas en entornos donde no existía previamente resistencia natural. Este fenómeno subraya la complejidad de las interacciones entre humanos y fauna silvestre, y cómo actividades humanas históricas continúan afectando la biodiversidad actual.

El caso del tamarino león dorado en Brasil ilustra dramáticamente el impacto de la fiebre amarilla en especies de primates previamente en riesgo de extinción. A pesar de los esfuerzos de conservación que lograron aumentar su población a 3,700 individuos en 2014, un brote de fiebre amarilla en 2016 redujo drásticamente su número, matando a un tercio de la población. Este retroceso pone en cuestión la eficacia de los esfuerzos de conservación frente a la amenaza de enfermedades humanas, y si es posible proteger a largo plazo a estas especies vulnerables.

La transmisión de enfermedades de humanos a primates no solo plantea un riesgo inmediato para la supervivencia de estas especies, sino que también cuestiona la sostenibilidad de prácticas como el ecoturismo y la conservación basada en la reintroducción de especies en cautiverio. Aunque estas actividades buscan promover la conservación y el bienestar de los primates, el riesgo de enfermedades humanas requiere una reconsideración de cómo interactuamos con estos animales y cómo podemos protegerlos de manera efectiva sin comprometer su salud.

Esperanza y Estrategias de Conservación ante la Amenaza de Patógenos

A pesar de los desafíos presentados por la transmisión de enfermedades de humanos a primates, los esfuerzos de conservación continúan adaptándose y buscando nuevas estrategias para proteger a estas especies. Un ejemplo alentador es el aumento en la población de gorilas en las Montañas Virunga de Ruanda, que pasó de solo 300 individuos en la década de 1980 a 1,063 según el censo de 2018. Este logro demuestra que, con medidas de conservación efectivas y sostenidas, es posible revertir las tendencias de declive en las poblaciones de primates.

La adaptación de la vacuna contra la fiebre amarilla para su uso en monos en las Américas es otro ejemplo de cómo la ciencia y la conservación pueden trabajar juntas para mitigar las amenazas a la fauna silvestre. Esta iniciativa de vacunación, aunque aún en sus etapas iniciales, ofrece esperanza para la protección de especies vulnerables a enfermedades que históricamente no han enfrentado, proporcionando un modelo para futuras intervenciones de conservació

Fuentes

EL PAÍS

“Lo que creemos sobre cómo llegamos a ser las criaturas extraordinarias que somos hoy es mucho menos importante que cómo aplicamos nuestro intelecto ahora, en todo el mundo, para salir del lío que hemos creado”

- Expresó la legendaria primatóloga inglesa Jane Goodall.

Feb 11, 2024
Colglobal News

La reciente muerte de Stella, una chimpancé del Parque Nacional Kibale en Uganda, debido a una neumonía causada por un virus humano, ha puesto de relieve una amenaza creciente para los primates: las enfermedades respiratorias transmitidas por humanos. Este incidente no es aislado; en 2017, un brote de metapneumovirus humano acabó con el 12% de la comunidad de chimpancés de Stella, sin contar a los huérfanos que no pudieron sobrevivir sin sus padres. Durante más de tres décadas, las enfermedades respiratorias han sido la principal causa de muerte de los chimpancés en Kibale, con brotes similares afectando a otras poblaciones de primates en África.

La destrucción del hábitat y los microorganismos humanos han afectado gravemente a la fauna silvestre, al punto de que incluso los chimpancés salvajes portan bacterias resistentes a los antibióticos. Un estudio de 2021 descubrió que los chimpancés del Parque Nacional Gombe Stream en Tanzania han desarrollado resistencia a las sulfonamidas, un tipo de antibiótico comúnmente utilizado por las personas locales para tratar la diarrea. Este hallazgo subraya cómo la interacción entre humanos y primates, incluso en niveles indirectos, puede tener consecuencias devastadoras para estos últimos.

Hasta hace poco, las enfermedades en primates no se consideraban una amenaza significativa para su supervivencia, con la atención científica centrada principalmente en la pérdida de hábitat y la caza furtiva. Sin embargo, la transmisión de patógenos de humanos a animales, conocida como zoonosis inversa, ha emergido como un riesgo considerable, especialmente para los primates debido a su similitud genética con los humanos. Un estudio de 2022 identificó 97 investigaciones que documentaron casos de zoonosis inversa en animales salvajes, 57 de los cuales involucraban a primates, destacando la fuerte asociación entre la presencia de patógenos humanos en animales y el nivel de contacto humano.

La popularidad del ecoturismo ha demostrado ser una espada de doble filo para los primates. Aunque puede generar ingresos que benefician a las comunidades locales y promover esfuerzos de conservación, también aumenta el riesgo de transmisión de enfermedades. Las directrices de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) de 2015 para gestionar el turismo de grandes simios, que incluyen el uso de mascarillas y limitar la proximidad de los turistas a los animales, a menudo no se siguen, como lo demuestra un estudio de 2020 que encontró que el 40% de los videos en redes sociales mostraban a humanos a menos de un metro de los gorilas.

La reciente muerte de Stella, una chimpancé del Parque Nacional Kibale en Uganda, debido a una neumonía causada por un virus humano, ha puesto de relieve una amenaza creciente para los primates: las enfermedades respiratorias transmitidas por humanos. Este incidente no es aislado; en 2017, un brote de metapneumovirus humano acabó con el 12% de la comunidad de chimpancés de Stella, sin contar a los huérfanos que no pudieron sobrevivir sin sus padres. Durante más de tres décadas, las enfermedades respiratorias han sido la principal causa de muerte de los chimpancés en Kibale, con brotes similares afectando a otras poblaciones de primates en África.

La destrucción del hábitat y los microorganismos humanos han afectado gravemente a la fauna silvestre, al punto de que incluso los chimpancés salvajes portan bacterias resistentes a los antibióticos. Un estudio de 2021 descubrió que los chimpancés del Parque Nacional Gombe Stream en Tanzania han desarrollado resistencia a las sulfonamidas, un tipo de antibiótico comúnmente utilizado por las personas locales para tratar la diarrea. Este hallazgo subraya cómo la interacción entre humanos y primates, incluso en niveles indirectos, puede tener consecuencias devastadoras para estos últimos.

Hasta hace poco, las enfermedades en primates no se consideraban una amenaza significativa para su supervivencia, con la atención científica centrada principalmente en la pérdida de hábitat y la caza furtiva. Sin embargo, la transmisión de patógenos de humanos a animales, conocida como zoonosis inversa, ha emergido como un riesgo considerable, especialmente para los primates debido a su similitud genética con los humanos. Un estudio de 2022 identificó 97 investigaciones que documentaron casos de zoonosis inversa en animales salvajes, 57 de los cuales involucraban a primates, destacando la fuerte asociación entre la presencia de patógenos humanos en animales y el nivel de contacto humano.

La popularidad del ecoturismo ha demostrado ser una espada de doble filo para los primates. Aunque puede generar ingresos que benefician a las comunidades locales y promover esfuerzos de conservación, también aumenta el riesgo de transmisión de enfermedades. Las directrices de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) de 2015 para gestionar el turismo de grandes simios, que incluyen el uso de mascarillas y limitar la proximidad de los turistas a los animales, a menudo no se siguen, como lo demuestra un estudio de 2020 que encontró que el 40% de los videos en redes sociales mostraban a humanos a menos de un metro de los gorilas.

Algo Curioso
La resistencia a la fiebre amarilla desarrollada por los primates africanos contrasta marcadamente con la vulnerabilidad de sus parientes en las Américas, destacando cómo la historia evolutiva y las intervenciones humanas han moldeado las respuestas inmunológicas de diferentes especies de primates a enfermedades comunes.

Impacto de la Tuberculosis y Otras Enfermedades en Primates Salvajes

La tuberculosis, una enfermedad largamente asociada a los humanos, ha sido identificada como una de las principales causas de brotes en primates cautivos, evidenciando la vulnerabilidad de estos animales a patógenos humanos. La bacteria Mycobacterium tuberculosis, naturalmente albergada por humanos, ha demostrado ser igualmente letal para los primates, quienes han sido históricamente utilizados en estudios sobre esta enfermedad. Aunque el alcance total de la tuberculosis en poblaciones de primates salvajes no se conoce completamente, casos confirmados en el Parque Nacional Taï sugieren la transmisión de esta enfermedad desde humanos a chimpancés, planteando serias preocupaciones sobre la salud de estas poblaciones.

Además de la tuberculosis, la fiebre amarilla ha causado estragos en poblaciones de primates en América, donde no habían desarrollado resistencia a la enfermedad, a diferencia de sus contrapartes africanas. La introducción de la fiebre amarilla en América hace 300 años, a través del comercio de esclavos, resultó en la muerte de miles de monos, destacando la vulnerabilidad de los primates a enfermedades humanas en entornos donde no existía previamente resistencia natural. Este fenómeno subraya la complejidad de las interacciones entre humanos y fauna silvestre, y cómo actividades humanas históricas continúan afectando la biodiversidad actual.

El caso del tamarino león dorado en Brasil ilustra dramáticamente el impacto de la fiebre amarilla en especies de primates previamente en riesgo de extinción. A pesar de los esfuerzos de conservación que lograron aumentar su población a 3,700 individuos en 2014, un brote de fiebre amarilla en 2016 redujo drásticamente su número, matando a un tercio de la población. Este retroceso pone en cuestión la eficacia de los esfuerzos de conservación frente a la amenaza de enfermedades humanas, y si es posible proteger a largo plazo a estas especies vulnerables.

La transmisión de enfermedades de humanos a primates no solo plantea un riesgo inmediato para la supervivencia de estas especies, sino que también cuestiona la sostenibilidad de prácticas como el ecoturismo y la conservación basada en la reintroducción de especies en cautiverio. Aunque estas actividades buscan promover la conservación y el bienestar de los primates, el riesgo de enfermedades humanas requiere una reconsideración de cómo interactuamos con estos animales y cómo podemos protegerlos de manera efectiva sin comprometer su salud.

Esperanza y Estrategias de Conservación ante la Amenaza de Patógenos

A pesar de los desafíos presentados por la transmisión de enfermedades de humanos a primates, los esfuerzos de conservación continúan adaptándose y buscando nuevas estrategias para proteger a estas especies. Un ejemplo alentador es el aumento en la población de gorilas en las Montañas Virunga de Ruanda, que pasó de solo 300 individuos en la década de 1980 a 1,063 según el censo de 2018. Este logro demuestra que, con medidas de conservación efectivas y sostenidas, es posible revertir las tendencias de declive en las poblaciones de primates.

La adaptación de la vacuna contra la fiebre amarilla para su uso en monos en las Américas es otro ejemplo de cómo la ciencia y la conservación pueden trabajar juntas para mitigar las amenazas a la fauna silvestre. Esta iniciativa de vacunación, aunque aún en sus etapas iniciales, ofrece esperanza para la protección de especies vulnerables a enfermedades que históricamente no han enfrentado, proporcionando un modelo para futuras intervenciones de conservació

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