Ante el desafío del cambio climático, se ha intensificado el llamado para que los individuos más ricos del mundo asuman una mayor responsabilidad financiera. Laurence Tubiana, prominente en la consecución del Acuerdo de París, ha reafirmado la necesidad de aplicar impuestos a la riqueza y gravámenes al consumo como medios para enfrentar la crisis climática. El apoyo de Brasil a estas iniciativas destaca un esfuerzo conjunto por parte de algunos gobiernos para promover políticas fiscales más justas y sostenibles.
Se estima que se necesita un billón de dólares anuales para reducir las emisiones y adaptarse a la crisis climática, una cantidad que resulta imposible de alcanzar sin la aportación significativa de las naciones más ricas. Algunas propuestas incluyen un impuesto al viajero frecuente, gravámenes sobre el combustible fósil y un impuesto al carbono en el transporte marítimo internacional. Estas medidas buscan no solo recaudar fondos, sino también incentivar comportamientos más sostenibles entre los mayores emisores de gases de efecto invernadero.
La disparidad en la emisión de gases es alarmante. El 1% más rico de la población mundial emite más gases de efecto invernadero que el 66% más vulnerable, quienes, paradójicamente, son los más afectados por los impactos del cambio climático. Para garantizar la aceptación pública de estas medidas, Tubiana ha enfatizado la necesidad de abordar estas desigualdades, asegurando que la carga financiera recae en aquellos con mayor capacidad para contribuir.
El Grupo de Trabajo Internacional sobre Impuestos, liderado por Tubiana, se encuentra explorando diferentes mecanismos para movilizar los fondos necesarios. La próxima cumbre climática de la ONU, Cop29, que se llevará a cabo en Azerbaiyán, centrará sus discusiones en la financiación climática global, impulsando a los gobiernos a reformar sus sistemas fiscales y encontrar nuevas formas de financiar la lucha contra el cambio climático.