Ciencia

Startup Suiza Crea 'Biocomputadora' de Baja Energía con 16 Mini-Cerebros Humanos

La empresa suiza FinalSpark ha logrado conectar 16 mini-cerebros humanos para desarrollar una biocomputadora que consume una fracción de la energía que utilizan los procesadores digitales tradicionales.

Ciencia

Startup Suiza Crea 'Biocomputadora' de Baja Energía con 16 Mini-Cerebros Humanos

La empresa suiza FinalSpark ha logrado conectar 16 mini-cerebros humanos para desarrollar una biocomputadora que consume una fracción de la energía que utilizan los procesadores digitales tradicionales.

"La biocomputadora promete reducir el consumo energético en un millón de veces comparado con los procesadores digitales actuales"

- Afirmó el portavoz de FinalSpark.

12/6/2024

FinalSpark, una innovadora startup suiza, ha dado un importante paso adelante en la tecnología de computación al crear una biocomputadora de baja energía utilizando 16 mini-cerebros humanos. Estos mini-cerebros, conocidos como organoides, son esferas de células cerebrales humanas cultivadas en laboratorio. Cada organoide está conectado a electrodos y a un sistema microfluídico que suministra nutrientes, permitiendo la operación continua del sistema.

El proyecto de la biocomputadora se centra en el concepto de 'wetware', que integra componentes biológicos con sistemas computacionales. Este nuevo enfoque pretende superar las deficiencias energéticas de las redes neuronales artificiales, como las que alimentan grandes modelos de lenguaje tipo ChatGPT. Según los informes, la biocomputadora consume hasta un millón de veces menos energía que los procesadores digitales tradicionales, subrayando la eficiencia notable de este diseño.

La demanda energética de entrenar modelos de lenguaje como GPT-3, predecesor del GPT-4, ha puesto de manifiesto la necesidad de soluciones informáticas más sostenibles. El cerebro humano, con sus 86 mil millones de neuronas, opera con una eficiencia energética incomparable a la de los procesadores actuales. Este proyecto de FinalSpark demuestra una capacidad innovadora para aproximarse a la eficiencia del cerebro humano en aplicaciones computacionales.

Además, el sistema se destaca no solo por su eficiencia energética, sino también por su accesibilidad. Los científicos pueden llevar a cabo experimentos remotamente en estos mini-cerebros y monitorizar su actividad eléctrica de forma continua durante hasta 100 días. La biocomputadora está disponible para la comunidad científica y ya es utilizada por múltiples grupos de investigación para diversas pruebas.

Algo Curioso
El concepto de 'wetware' no es nuevo; ha sido explorado en la ciencia ficción durante décadas. Sin embargo, la biocomputadora de FinalSpark es uno de los primeros intentos en el mundo real de integrar completamente componentes biológicos en un sistema computacional funcional.

Revolución Energética en la Computación

El desarrollo de esta biocomputadora con organoides humanos no solo ofrece una eficiencia energética sin precedentes, sino que también abre nuevas posibilidades para la investigación en computación y neurociencia. Los organoides que componen esta biocomputadora actúan de forma similar a un cerebro humano, permitiendo a los investigadores explorar dinámicas neuronales complejas y estudiar modelos de enfermedades neurológicas.

En la actualidad, el consumo de energía en la inteligencia artificial es una preocupación creciente. El entrenamiento de un solo gran modelo de lenguaje puede requerir cantidades inmensas de recursos energéticos. Por ejemplo, se estima que entrenar GPT-3 de OpenAI consume tanta energía como la producida por varios miles de hogares en un año. La biocomputadora de FinalSpark podría reducir significativamente esta carga, ofreciendo una alternativa más verde y sostenible.

La posibilidad de estudiar los organoides durante periodos prolongados, de hasta 100 días, brinda a los científicos una plataforma única para investigar el comportamiento de redes neuronales en condiciones controladas. Este tiempo extendido es crucial para observar desarrollos significativos en el campo de la neurociencia y para probar intervenciones terapéuticas de manera más efectiva y detallada.

Autores del estudio publicado en la revista Frontiers in Artificial Intelligence destacan la importancia de este avance tecnológico como un primer paso hacia la integración de sistemas biológicos en la informática. La capacidad de combinar células vivas con circuitos computacionales podría revolucionar la forma en que abordamos la eficiencia energética y la capacidad de procesamiento en el futuro, contribuyendo a un avance significativo en la sostenibilidad tecnológica.

Avances y Aplicaciones Prácticas

La creación de esta biocomputadora no solo supone un avance científico en términos de eficiencia energética, sino también en su aplicabilidad en diversos campos de la investigación. El uso de organoides ofrece a los científicos una herramienta para estudiar enfermedades neurológicas, permitiendo modelar condiciones como el Alzheimer, el Parkinson y otras afecciones neurodegenerativas con una precisión sin precedentes.

Más allá de los beneficios en la investigación de enfermedades, la biocomputadora podría revolucionar la forma en que se desarrollan y prueban nuevos medicamentos. Al trabajar con redes neuronales humanas, los investigadores pueden simular cómo los tratamientos farmacológicos afectan al cerebro, reduciendo la necesidad de ensayos clínicos en humanos y acelerando el proceso de descubrimiento de nuevos fármacos.

La implementación de esta tecnología también abre la puerta a nuevas metodologías de enseñanza e investigación en neurociencia. Los científicos podrán diseñar y realizar experimentos que imiten más de cerca las condiciones del cerebro humano, proporcionando datos más relevantes y precisos que finalmente podrían traducirse en tratamientos más efectivos y personalizados para los pacientes neurológicos.

En conclusión, la biocomputadora de FinalSpark no solo representa un avance en la computación sostenible, sino que también ofrece un potente recurso para la investigación biomédica. Este sistema innovador es un testimonio de cómo la integración de la biología con la tecnología puede conducir a soluciones que abordan desafíos contemporáneos en múltiples disciplinas. Este hito en la ciencia informática subraya la potencialidad de los sistemas biocomputacionales para transformar no solo la tecnología, sino también la medicina y la neurociencia.

"La biocomputadora promete reducir el consumo energético en un millón de veces comparado con los procesadores digitales actuales"

- Afirmó el portavoz de FinalSpark.

Jun 12, 2024
Colglobal News

FinalSpark, una innovadora startup suiza, ha dado un importante paso adelante en la tecnología de computación al crear una biocomputadora de baja energía utilizando 16 mini-cerebros humanos. Estos mini-cerebros, conocidos como organoides, son esferas de células cerebrales humanas cultivadas en laboratorio. Cada organoide está conectado a electrodos y a un sistema microfluídico que suministra nutrientes, permitiendo la operación continua del sistema.

El proyecto de la biocomputadora se centra en el concepto de 'wetware', que integra componentes biológicos con sistemas computacionales. Este nuevo enfoque pretende superar las deficiencias energéticas de las redes neuronales artificiales, como las que alimentan grandes modelos de lenguaje tipo ChatGPT. Según los informes, la biocomputadora consume hasta un millón de veces menos energía que los procesadores digitales tradicionales, subrayando la eficiencia notable de este diseño.

La demanda energética de entrenar modelos de lenguaje como GPT-3, predecesor del GPT-4, ha puesto de manifiesto la necesidad de soluciones informáticas más sostenibles. El cerebro humano, con sus 86 mil millones de neuronas, opera con una eficiencia energética incomparable a la de los procesadores actuales. Este proyecto de FinalSpark demuestra una capacidad innovadora para aproximarse a la eficiencia del cerebro humano en aplicaciones computacionales.

Además, el sistema se destaca no solo por su eficiencia energética, sino también por su accesibilidad. Los científicos pueden llevar a cabo experimentos remotamente en estos mini-cerebros y monitorizar su actividad eléctrica de forma continua durante hasta 100 días. La biocomputadora está disponible para la comunidad científica y ya es utilizada por múltiples grupos de investigación para diversas pruebas.

FinalSpark, una innovadora startup suiza, ha dado un importante paso adelante en la tecnología de computación al crear una biocomputadora de baja energía utilizando 16 mini-cerebros humanos. Estos mini-cerebros, conocidos como organoides, son esferas de células cerebrales humanas cultivadas en laboratorio. Cada organoide está conectado a electrodos y a un sistema microfluídico que suministra nutrientes, permitiendo la operación continua del sistema.

El proyecto de la biocomputadora se centra en el concepto de 'wetware', que integra componentes biológicos con sistemas computacionales. Este nuevo enfoque pretende superar las deficiencias energéticas de las redes neuronales artificiales, como las que alimentan grandes modelos de lenguaje tipo ChatGPT. Según los informes, la biocomputadora consume hasta un millón de veces menos energía que los procesadores digitales tradicionales, subrayando la eficiencia notable de este diseño.

La demanda energética de entrenar modelos de lenguaje como GPT-3, predecesor del GPT-4, ha puesto de manifiesto la necesidad de soluciones informáticas más sostenibles. El cerebro humano, con sus 86 mil millones de neuronas, opera con una eficiencia energética incomparable a la de los procesadores actuales. Este proyecto de FinalSpark demuestra una capacidad innovadora para aproximarse a la eficiencia del cerebro humano en aplicaciones computacionales.

Además, el sistema se destaca no solo por su eficiencia energética, sino también por su accesibilidad. Los científicos pueden llevar a cabo experimentos remotamente en estos mini-cerebros y monitorizar su actividad eléctrica de forma continua durante hasta 100 días. La biocomputadora está disponible para la comunidad científica y ya es utilizada por múltiples grupos de investigación para diversas pruebas.

Algo Curioso
El concepto de 'wetware' no es nuevo; ha sido explorado en la ciencia ficción durante décadas. Sin embargo, la biocomputadora de FinalSpark es uno de los primeros intentos en el mundo real de integrar completamente componentes biológicos en un sistema computacional funcional.

Revolución Energética en la Computación

El desarrollo de esta biocomputadora con organoides humanos no solo ofrece una eficiencia energética sin precedentes, sino que también abre nuevas posibilidades para la investigación en computación y neurociencia. Los organoides que componen esta biocomputadora actúan de forma similar a un cerebro humano, permitiendo a los investigadores explorar dinámicas neuronales complejas y estudiar modelos de enfermedades neurológicas.

En la actualidad, el consumo de energía en la inteligencia artificial es una preocupación creciente. El entrenamiento de un solo gran modelo de lenguaje puede requerir cantidades inmensas de recursos energéticos. Por ejemplo, se estima que entrenar GPT-3 de OpenAI consume tanta energía como la producida por varios miles de hogares en un año. La biocomputadora de FinalSpark podría reducir significativamente esta carga, ofreciendo una alternativa más verde y sostenible.

La posibilidad de estudiar los organoides durante periodos prolongados, de hasta 100 días, brinda a los científicos una plataforma única para investigar el comportamiento de redes neuronales en condiciones controladas. Este tiempo extendido es crucial para observar desarrollos significativos en el campo de la neurociencia y para probar intervenciones terapéuticas de manera más efectiva y detallada.

Autores del estudio publicado en la revista Frontiers in Artificial Intelligence destacan la importancia de este avance tecnológico como un primer paso hacia la integración de sistemas biológicos en la informática. La capacidad de combinar células vivas con circuitos computacionales podría revolucionar la forma en que abordamos la eficiencia energética y la capacidad de procesamiento en el futuro, contribuyendo a un avance significativo en la sostenibilidad tecnológica.

Avances y Aplicaciones Prácticas

La creación de esta biocomputadora no solo supone un avance científico en términos de eficiencia energética, sino también en su aplicabilidad en diversos campos de la investigación. El uso de organoides ofrece a los científicos una herramienta para estudiar enfermedades neurológicas, permitiendo modelar condiciones como el Alzheimer, el Parkinson y otras afecciones neurodegenerativas con una precisión sin precedentes.

Más allá de los beneficios en la investigación de enfermedades, la biocomputadora podría revolucionar la forma en que se desarrollan y prueban nuevos medicamentos. Al trabajar con redes neuronales humanas, los investigadores pueden simular cómo los tratamientos farmacológicos afectan al cerebro, reduciendo la necesidad de ensayos clínicos en humanos y acelerando el proceso de descubrimiento de nuevos fármacos.

La implementación de esta tecnología también abre la puerta a nuevas metodologías de enseñanza e investigación en neurociencia. Los científicos podrán diseñar y realizar experimentos que imiten más de cerca las condiciones del cerebro humano, proporcionando datos más relevantes y precisos que finalmente podrían traducirse en tratamientos más efectivos y personalizados para los pacientes neurológicos.

En conclusión, la biocomputadora de FinalSpark no solo representa un avance en la computación sostenible, sino que también ofrece un potente recurso para la investigación biomédica. Este sistema innovador es un testimonio de cómo la integración de la biología con la tecnología puede conducir a soluciones que abordan desafíos contemporáneos en múltiples disciplinas. Este hito en la ciencia informática subraya la potencialidad de los sistemas biocomputacionales para transformar no solo la tecnología, sino también la medicina y la neurociencia.

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