El equipo de la Universidad de Harvard ha anunciado el descubrimiento de dos especies de tardígrados en ámbar canadiense, cuyas edades oscilan entre 72 y 83 millones de años, correspondientes al periodo Cretácico, específicamente a la Edad Campaniana. Este hallazgo es notable porque los tardígrados fósiles atrapados en ámbar son extremadamente raros, con solo cuatro especímenes conocidos hasta la fecha.
Una de las especies identificadas es Beorn leggi, la cual fue descrita originalmente en 1964. Gracias al uso de técnicas avanzadas de microscopía, los investigadores lograron redescubrir y analizar esta especie, que presenta una longitud de 309 μm. Su cuerpo es liso, con pliegues cuticulares visibles y garras similares a las de los tardígrados modernos de la familia Hypsibiidae. El estudio confirmó que esta especie pertenece a la superfamilia Hypsibioidea.

La segunda especie, nombrada Aerobius dactylus, es una nueva incorporación al registro fósil. Este tardígrado mide 100 μm de longitud y también tiene un cuerpo liso sin protuberancias. Sus garras muestran una morfología intermedia entre tipos conocidos de garras de tardígrados, y aunque se ha clasificado dentro de la superfamilia Hypsibioidea, su posición exacta dentro de las familias de tardígrados aún no se ha definido por completo.
Los análisis morfológicos realizados con microscopía de fluorescencia confocal revelaron que ambos fósiles comparten características con los tardígrados modernos, sugiriendo una notable estabilidad evolutiva a lo largo de millones de años. Los científicos estiman que la divergencia entre las dos principales líneas de tardígrados (heterotardígrados y eutardígrados) ocurrió hace aproximadamente 500 millones de años.
Además, la capacidad de estos microorganismos para entrar en criptobiosis —un estado de suspensión metabólica— se desarrolló entre 180 y 420 millones de años atrás, contribuyendo a su resiliencia a través de múltiples extinciones masivas. Este hallazgo subraya la notable adaptabilidad y perdurabilidad de los tardígrados a lo largo del tiempo.

La importancia de estos descubrimientos va más allá de la simple catalogación de nuevas especies fósiles. La investigación ofrece nuevas oportunidades para calibrar estudios moleculares sobre la evolución de los tardígrados, sugiriendo que la diversificación de los grupos modernos podría haber comenzado en el Cámbrico.
Para llevar a cabo este estudio, el equipo utilizó microscopía de fluorescencia confocal, una técnica que permitió obtener imágenes de alta resolución de los fósiles y discernir características morfológicas previamente difíciles de observar. Los hallazgos fueron publicados en la revista Communications Biology, destacando el trabajo conjunto del equipo de zoología de la Universidad de Harvard.
Este avance no solo amplía el conocimiento sobre la historia evolutiva de los tardígrados, sino que también subraya la importancia de los fósiles en ámbar como herramientas esenciales para estudiar la biología de los organismos antiguos. Los tardígrados, también conocidos como ositos de agua, son famosos por su capacidad de sobrevivir en condiciones extremas, incluyendo el vacío del espacio, elevadas dosis de radiación y temperaturas extremas.