Un equipo científico desarrolló una innovadora técnica para grabar patrones nanométricos en los cuerpos de tardígrados vivos, un avance presentado detalladamente en la revista Nano Letters el 31 de marzo de 2025. La metodología empleada, denominada litoscopia de hielo, permite utilizar un haz de electrones para transferir con precisión diseños sobre una capa delgada de hielo depositada sobre el tejido vivo del organismo.

El protocolo comenzó induciendo a los tardígrados a un estado de criptobiosis, en el que se deshidratan y suspenden su metabolismo. Posteriormente, los ejemplares fueron depositados individualmente sobre hojas especiales de papel de carbono compuesto y ubicados en una cámara de vacío a -143°C. Para protegerlos durante la exposición al haz de electrones, los científicos recubrieron cada tardígrado con anisole, un compuesto que, tras ser bombardeado, reacciona y forma una sustancia adherente en la superficie corporal del animal.
Utilizando la litoscopia de hielo, los investigadores lograron grabar patrones con una resolución mínima de 72 nanómetros. En contexto, el diámetro de un cabello humano oscila entre 80,000 y 100,000 nanómetros, mientras que un tardígrado puede alcanzar hasta 500,000 nanómetros.
El experimento mostró que aproximadamente el 40% de los tardígrados sometidos al proceso sobrevivieron y recobraron movilidad normal tras ser rehidratados, manteniendo los patrones grabados incluso después de haberse sometido a estiramientos, inmersiones y secados sucesivos.
El estudio señala que esta técnica permite explorar nuevas fronteras en la interacción entre materiales funcionales y organismos vivos, apuntando a potenciales aplicaciones en el desarrollo de sensores y circuitos integrados biocompatibles a escala nanométrica. Además, los autores proponen que podría adaptarse para modificar otros organismos capaces de tolerar condiciones extremas, como determinadas bacterias.
El avance representa una expansión significativa de las capacidades de la nanotecnología aplicada a sistemas biológicos, situando a los tardígrados como modelos para investigar la fusión entre ingeniería y biología a escalas previamente inalcanzables.