El 31 de agosto de 2024, el Tribunal Supremo de Brasil, presidido por el juez Alexandre de Moraes, ordenó el bloqueo de la red social X, anteriormente conocida como Twitter. Este fallo judicial se debió a que Elon Musk, propietario de X, no cumplió con la normativa de designar un representante legal en territorio brasileño, una exigencia que había sido un punto de disputa durante varios meses.
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Las acusaciones contra X son graves y variadas, incluyendo obstrucción de justicia, organización criminal e incitación al delito. Estas acusaciones se derivan de la supuesta conexión de la plataforma con milicias digitales que se dedican a la difusión de noticias falsas y amenazas contra jueces del Supremo Tribunal.
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Según datos recogidos por el grupo de investigación de mercado Emarketer, unos 40 millones de brasileños, representando aproximadamente el 20% de la población del país, utilizan X por lo menos una vez al mes. Este bloqueo representa una significativa interrupción del acceso en la vida diaria de estos usuarios.
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El bloqueo de X en Brasil se suma a una serie de restricciones impuestas por otros países, muchos de ellos con regímenes autoritarios. Por ejemplo, Egipto bloqueó temporalmente la plataforma en 2011 durante las protestas de la Primavera Árabe, mientras que Turquía ha impuesto restricciones en 2014 y 2023. En Uzbekistán, X fue bloqueado durante las elecciones presidenciales de 2021. Por otro lado, China ha mantenido un bloqueo desde junio de 2009, coincidiendo con el aniversario de la represión en la Plaza de Tiananmen. Irán también ha bloqueado su acceso desde 2009, aunque la red social se utiliza para movilizar movimientos disidentes. Turkmenistán implementó el bloqueo a inicios de la década de 2010 y Myanmar desde febrero de 2021, tras un golpe militar.
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En Brasil, la desobediencia a la orden judicial que prohíbe el acceso a X mediante el uso de VPNs (redes privadas virtuales) podría comportar multas de hasta 50,000 reales (aproximadamente $8,900) por día. Este bloque tiene implicaciones legales y sociales significativas, afectando no solo a la población usuaria de la red, sino también a las dinámicas de comunicación y acceso a la información en Brasil.
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El pasado y presente de las restricciones sobre X subrayan la tensión existente entre la libertad de expresión y la regulación gubernamental, un tema que continúa siendo un área de intenso debate tanto en Brasil como a nivel internacional. Desde su adquisición por Elon Musk, X ha enfrentado varios litigios en diferentes países debido a la falta de cumplimiento con regulaciones locales y denuncias relacionadas con la difusión de información perjudicial.