Tecnología

China produce batería nuclear del tamaño de una moneda que puede durar 50 años

Científicos en China han desarrollado baterías nucleares del tamaño de una moneda, basadas en carbono-14, con capacidad de funcionar hasta 100 años sin necesidad de recarga. Este avance promete transformar industrias como la medicina, la aeronáutica y la exploración submarina.

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China produce batería nuclear del tamaño de una moneda que puede durar 50 años

Científicos en China han desarrollado baterías nucleares del tamaño de una moneda, basadas en carbono-14, con capacidad de funcionar hasta 100 años sin necesidad de recarga. Este avance promete transformar industrias como la medicina, la aeronáutica y la exploración submarina.

La clave para obtener energía ilimitada puede estar en una batería del tamaño de una moneda.

11/4/2025

El sector energético podría estar en la cúspide de una revolución gracias al desarrollo de baterías nucleares betavoltaicas, una tecnología que promete fuentes de energía confiables y de larga duración. A principios de 2024, la compañía china Betavolt presentó la BV100, una batería nuclear del tamaño de una moneda alimentada con níquel-63. Estas baterías, capaces de operar durante 50 años sin recarga, ya están siendo fabricadas a gran escala para aplicaciones en dispositivos médicos, sistemas aeroespaciales e incluso futuros teléfonos inteligentes.

Aunque las baterías betavoltaicas no generan grandes cantidades de energía como las utilizadas en los generadores termoeléctricos de la NASA, su diseño las hace ideales para suministros continuos en lugares remotos y condiciones extremas. Funcionan mediante la generación de corriente eléctrica a partir de partículas beta, que son electrones liberados durante la descomposición radiactiva. Estas partículas, al impactar sobre un semiconductor, crean pequeños pero constantes flujos de energía, asegurando así una fuente estable y segura.



China no es la única pionera en esta tecnología, pero sí se posiciona como líder al crear una cadena de suministro completa dentro de sus fronteras. Además de la BV100, la Universidad Normal del Noroeste de Gansu anunció recientemente una batería nuclear basada en carbono-14, con una vida útil estimada de 100 años. Este avance coloca al país asiático como un actor clave en la transición hacia sistemas energéticos más sostenibles y duraderos. Según el South China Morning Post, China ya cuenta con un reactor comercial de carbono-14 en Zhejiang, optimizando aún más el acceso a materiales raros necesarios para estas baterías.

Por otro lado, Estados Unidos, que históricamente lideró los avances en baterías nucleares en las décadas de 1950 y 1960, trabaja ahora en recuperar su posición en el ámbito internacional. Empresas como City Labs, radicada en Miami, desarrollan aplicaciones betavoltaicas para dispositivos médicos y misiones espaciales, utilizando tritio como fuente radiactiva, con una vida útil que se aproxima a los 20 años. Su investigación está respaldada por financiamiento de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), con miras a desarrollar baterías especializadas para marcapasos.

Otros países como Reino Unido y Corea del Sur también se suman a la carrera. Por ejemplo, la firma británica Arkenlight ha desarrollado baterías de carbono-14 elaboradas a partir de residuos nucleares, mientras que colaboraciones entre empresas estadounidenses como Kronos Advanced Technologies y Yasheng Group impulsan nuevas aplicaciones de la tecnología en un contexto global.

Si bien esta tecnología no reemplazará las baterías de iones de litio utilizadas en dispositivos cotidianos, su potencial impacto es innegable en sectores que demandan energía duradera, como la exploración espacial, los sensores marinos de larga duración y los dispositivos biomédicos. La presentación de la BV100 el año pasado despertó interés no solo entre los científicos sino también entre los gobiernos, redes de investigación e industrias estratégicas de todo el mundo.

Con más de siete décadas desde que Estados Unidos desarrolló las primeras baterías betavoltaicas, el panorama tecnológico ha cambiado considerablemente. Los avances de China y otras naciones han reavivado el interés y las inversiones en esta tecnología que promete redefinir los límites de lo que las baterías pueden ofrecer.

Algo Curioso

La clave para obtener energía ilimitada puede estar en una batería del tamaño de una moneda.

Apr 11, 2025
Colglobal News

El sector energético podría estar en la cúspide de una revolución gracias al desarrollo de baterías nucleares betavoltaicas, una tecnología que promete fuentes de energía confiables y de larga duración. A principios de 2024, la compañía china Betavolt presentó la BV100, una batería nuclear del tamaño de una moneda alimentada con níquel-63. Estas baterías, capaces de operar durante 50 años sin recarga, ya están siendo fabricadas a gran escala para aplicaciones en dispositivos médicos, sistemas aeroespaciales e incluso futuros teléfonos inteligentes.

Aunque las baterías betavoltaicas no generan grandes cantidades de energía como las utilizadas en los generadores termoeléctricos de la NASA, su diseño las hace ideales para suministros continuos en lugares remotos y condiciones extremas. Funcionan mediante la generación de corriente eléctrica a partir de partículas beta, que son electrones liberados durante la descomposición radiactiva. Estas partículas, al impactar sobre un semiconductor, crean pequeños pero constantes flujos de energía, asegurando así una fuente estable y segura.



China no es la única pionera en esta tecnología, pero sí se posiciona como líder al crear una cadena de suministro completa dentro de sus fronteras. Además de la BV100, la Universidad Normal del Noroeste de Gansu anunció recientemente una batería nuclear basada en carbono-14, con una vida útil estimada de 100 años. Este avance coloca al país asiático como un actor clave en la transición hacia sistemas energéticos más sostenibles y duraderos. Según el South China Morning Post, China ya cuenta con un reactor comercial de carbono-14 en Zhejiang, optimizando aún más el acceso a materiales raros necesarios para estas baterías.

Por otro lado, Estados Unidos, que históricamente lideró los avances en baterías nucleares en las décadas de 1950 y 1960, trabaja ahora en recuperar su posición en el ámbito internacional. Empresas como City Labs, radicada en Miami, desarrollan aplicaciones betavoltaicas para dispositivos médicos y misiones espaciales, utilizando tritio como fuente radiactiva, con una vida útil que se aproxima a los 20 años. Su investigación está respaldada por financiamiento de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), con miras a desarrollar baterías especializadas para marcapasos.

Otros países como Reino Unido y Corea del Sur también se suman a la carrera. Por ejemplo, la firma británica Arkenlight ha desarrollado baterías de carbono-14 elaboradas a partir de residuos nucleares, mientras que colaboraciones entre empresas estadounidenses como Kronos Advanced Technologies y Yasheng Group impulsan nuevas aplicaciones de la tecnología en un contexto global.

Si bien esta tecnología no reemplazará las baterías de iones de litio utilizadas en dispositivos cotidianos, su potencial impacto es innegable en sectores que demandan energía duradera, como la exploración espacial, los sensores marinos de larga duración y los dispositivos biomédicos. La presentación de la BV100 el año pasado despertó interés no solo entre los científicos sino también entre los gobiernos, redes de investigación e industrias estratégicas de todo el mundo.

Con más de siete décadas desde que Estados Unidos desarrolló las primeras baterías betavoltaicas, el panorama tecnológico ha cambiado considerablemente. Los avances de China y otras naciones han reavivado el interés y las inversiones en esta tecnología que promete redefinir los límites de lo que las baterías pueden ofrecer.

El sector energético podría estar en la cúspide de una revolución gracias al desarrollo de baterías nucleares betavoltaicas, una tecnología que promete fuentes de energía confiables y de larga duración. A principios de 2024, la compañía china Betavolt presentó la BV100, una batería nuclear del tamaño de una moneda alimentada con níquel-63. Estas baterías, capaces de operar durante 50 años sin recarga, ya están siendo fabricadas a gran escala para aplicaciones en dispositivos médicos, sistemas aeroespaciales e incluso futuros teléfonos inteligentes.

Aunque las baterías betavoltaicas no generan grandes cantidades de energía como las utilizadas en los generadores termoeléctricos de la NASA, su diseño las hace ideales para suministros continuos en lugares remotos y condiciones extremas. Funcionan mediante la generación de corriente eléctrica a partir de partículas beta, que son electrones liberados durante la descomposición radiactiva. Estas partículas, al impactar sobre un semiconductor, crean pequeños pero constantes flujos de energía, asegurando así una fuente estable y segura.



China no es la única pionera en esta tecnología, pero sí se posiciona como líder al crear una cadena de suministro completa dentro de sus fronteras. Además de la BV100, la Universidad Normal del Noroeste de Gansu anunció recientemente una batería nuclear basada en carbono-14, con una vida útil estimada de 100 años. Este avance coloca al país asiático como un actor clave en la transición hacia sistemas energéticos más sostenibles y duraderos. Según el South China Morning Post, China ya cuenta con un reactor comercial de carbono-14 en Zhejiang, optimizando aún más el acceso a materiales raros necesarios para estas baterías.

Por otro lado, Estados Unidos, que históricamente lideró los avances en baterías nucleares en las décadas de 1950 y 1960, trabaja ahora en recuperar su posición en el ámbito internacional. Empresas como City Labs, radicada en Miami, desarrollan aplicaciones betavoltaicas para dispositivos médicos y misiones espaciales, utilizando tritio como fuente radiactiva, con una vida útil que se aproxima a los 20 años. Su investigación está respaldada por financiamiento de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), con miras a desarrollar baterías especializadas para marcapasos.

Otros países como Reino Unido y Corea del Sur también se suman a la carrera. Por ejemplo, la firma británica Arkenlight ha desarrollado baterías de carbono-14 elaboradas a partir de residuos nucleares, mientras que colaboraciones entre empresas estadounidenses como Kronos Advanced Technologies y Yasheng Group impulsan nuevas aplicaciones de la tecnología en un contexto global.

Si bien esta tecnología no reemplazará las baterías de iones de litio utilizadas en dispositivos cotidianos, su potencial impacto es innegable en sectores que demandan energía duradera, como la exploración espacial, los sensores marinos de larga duración y los dispositivos biomédicos. La presentación de la BV100 el año pasado despertó interés no solo entre los científicos sino también entre los gobiernos, redes de investigación e industrias estratégicas de todo el mundo.

Con más de siete décadas desde que Estados Unidos desarrolló las primeras baterías betavoltaicas, el panorama tecnológico ha cambiado considerablemente. Los avances de China y otras naciones han reavivado el interés y las inversiones en esta tecnología que promete redefinir los límites de lo que las baterías pueden ofrecer.

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