El proyecto, que se encuentra a la vanguardia de los dispositivos de almacenamiento de energía acuosa, ha logrado mejoras significativas en el rendimiento y la vida útil de estas baterías de agua. Esta innovación representa una alternativa prometedora a las baterías de iones de litio, que dominan el mercado pero plantean riesgos de seguridad y desafíos ambientales debido a los materiales volátiles que contienen.
El equipo de RMIT ha diseñado estas baterías utilizando agua para reemplazar los electrolitos orgánicos tradicionales, permitiendo un flujo de corriente eléctrica seguro y efectivo entre los terminales. Esta base acuosa elimina el riesgo de incendios y explosiones asociado con las baterías de iones de litio, abordando una preocupación crítica en cuanto a la seguridad en el almacenamiento de energía a gran escala, especialmente en aplicaciones de red y vehículos eléctricos.
Además, el proceso de fabricación de las baterías de agua es notablemente más sencillo que el de sus contrapartes, facilitando la producción en masa y reduciendo los costos. El uso de materiales como el magnesio y el zinc, abundantes y menos tóxicos, contribuye a minimizar el impacto ambiental y los riesgos para la salud humana, al tiempo que ofrece una solución económica para el almacenamiento de energía renovable.
Estos avances han sido posibles gracias a una serie de estudios y pruebas a pequeña escala que han permitido superar desafíos técnicos importantes, como el crecimiento de dendritas disruptivas que pueden causar cortocircuitos. La solución del equipo ha sido recubrir partes críticas de la batería con bismuto y su óxido, creando una capa protectora que previene la formación de estas estructuras dañinas y prolonga significativamente la vida útil de la batería.