La demanda de hardware de IA y su creciente impacto en la seguridad global ha desatado una competencia global por el liderazgo en el diseño y producción de chips de computadora, considerados esenciales para el desarrollo de herramientas avanzadas de IA. Estados Unidos actualmente lidera la carrera en diseño, mientras que la mayor parte de la manufactura se lleva a cabo en Taiwán. Esta situación ha avivado el debate sobre la necesidad de una inversión global, propuesta por Sam Altman, CEO de OpenAI, desarrollador de ChatGPT, de entre 5 y 7 billones de dólares para la producción de chips más potentes destinados a la próxima generación de plataformas de IA.
En un entorno donde la proyección del mercado de IA alcanza los 909 mil millones de dólares para 2030 según GlobalData, países como China, Japón, y varias naciones europeas han aumentado sus presupuestos y establecido medidas para asegurar o mantener una participación en la industria de chips para sí mismos. China, en particular, está avanzando rápidamente y planea subsidiar la fabricación de chips, incluidos los de próxima generación para IA, con cientos de miles de millones durante la próxima década.
A pesar de estos esfuerzos, existe una escasez actual de los chips necesarios para los sistemas de IA. Casi el 90% de estos chips son producidos por una sola empresa: Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), lo que coloca a Taiwán en una posición dominante pero también delicada, dada la tensión entre China y EE. UU. sobre el estatus de la isla.
La interrupción de las cadenas de suministro en la fabricación de chips tiene el potencial de paralizar industrias enteras. El acceso a materias primas, como los metales raros utilizados en los chips, se ha convertido en un cuello de botella importante. Por ejemplo, China controla el 60% de la producción del metal de galio y el 80% de la producción global de germanio, ambos críticos en la fabricación de chips.