Un masivo esquema de fraude ha emergido en internet, utilizando un video deepfake de Elon Musk para engañar a miles de usuarios mediante la promoción de un falso sorteo de criptomonedas. Este sofisticado fraude ha sido descrito por Francesco Cavalli, cofundador y jefe de inteligencia de amenazas en Sensity, como el mayor impulsado por deepfakes hasta la fecha, con pérdidas financieras significativas.
El fraude emplea un video manipulado de Musk, conocido por su interés en criptomonedas, aparentemente hablando sobre inversiones y ofreciendo incentivos para enviar dinero. Este montaje ha sido difundido principalmente a través de YouTube, alcanzando una amplia audiencia gracias a la manipulación de algoritmos que maximiza la visibilidad del contenido fraudulento.
Las autoridades han comenzado a tomar medidas frente a este tipo de estafas. En Hong Kong, la Comisión de Valores y Futuros ha emitido advertencias sobre el aumento del uso de deepfakes en fraudes relacionados con criptomonedas, subrayando la sofisticación y el acceso masivo alcanzado por estos estafadores.
La creciente frecuencia de estos fraudes ha puesto bajo escrutinio la responsabilidad de las plataformas de video y redes sociales en la prevención de la difusión de contenido manipulado. A medida que la tecnología deepfake se vuelve más accesible, las estafas que la emplean no solo se vuelven más comunes, sino también más creíbles y difíciles de detectar.
En respuesta, se espera que las legislaciones y regulaciones se adapten para abordar estos nuevos métodos de fraude. Sin embargo, el ritmo veloz de la evolución tecnológica plantea un desafío significativo a las autoridades y legisladores, quienes deben encontrar un equilibrio entre la regulación y la promoción de la innovación.
Este caso ejemplifica los riesgos inherentes a la tecnología de deepfake y subraya la necesidad de una mayor conciencia pública y medidas preventivas más robustas por parte de las plataformas tecnológicas y las autoridades regulatorias. Los deepfakes no solo se utilizan en fraudes financieros; también han sido usados en campañas de desinformación política y en la industria del entretenimiento, mostrando el amplio espectro de aplicaciones tanto legítimas como ilegítimas de esta tecnología.