Ubicada en el paisaje volcánico de Hellisheiði, cerca de Reikiavik, Orca no es solo una obra de ingeniería avanzada sino también una respuesta directa al desafío del cambio climático. Operativa desde septiembre del año pasado, esta instalación es capaz de capturar 4,000 toneladas de CO2 anualmente, equivalente a las emisiones de cerca de 900 autos. Utilizando gigantescos ventiladores que filtran el aire, Orca encapsula el carbono en agua que se inyecta en formaciones de basalto, donde se mineraliza en un proceso natural acelerado.
El diseño modular de la planta permite una operación eficiente y escalable, esencial para la ambición de la empresa de expandir esta tecnología. A pesar de su capacidad actual, los expertos señalan que para tener un impacto significativo en las emisiones globales, se requerirían miles de instalaciones similares a Orca.
El proceso tecnológico detrás de Orca no solo es una maravilla de la ingeniería, sino también un modelo de sostenibilidad. Utilizando energía geotérmica, un recurso abundante en Islandia gracias a su actividad volcánica, Orca opera con un mínimo impacto ambiental. Sin embargo, el costo de capturar y mineralizar el CO2 aún es alto, rondando los 2,500 euros por tonelada, aunque Climeworks aspira a reducir significativamente esta cifra en los próximos años.
La viabilidad de Orca y futuras plantas similares depende de la colaboración internacional y el apoyo de políticas que promuevan tecnologías limpias. En este sentido, la planta no solo es un testamento de lo que es posible hoy, sino también un prototipo para futuras soluciones en la captura y almacenamiento de carbono.