Lessie Benningfield Randle ha vivido más de un siglo, llevando consigo los recuerdos vívidos de la violencia que desgarró su barrio, Greenwood, durante el masacre racial de Tulsa en 1921. A punto de cumplir 109 años, Randle fue testigo de cómo un motín blanco arrasó con su comunidad, dejando un legado de muerte, destrucción y una promesa económica truncada para las generaciones futuras. A lo largo de su vida, ha presenciado eventos históricos como la Segunda Guerra Mundial, el movimiento de derechos civiles y la elección del primer presidente negro de Estados Unidos, siempre con la pregunta de si Greenwood recibiría alguna forma de justicia.
Unidos en una batalla legal histórica, Randle y Viola Fletcher, la otra sobreviviente conocida de 109 años, buscan que la Ciudad de Tulsa y otros acusados rindan cuentas por el masacre. "Pero no sé si alguna vez veré eso," expresó Randle, reflejando una mezcla de esperanza y resignación. El lunes, sus abogados presentaron un informe final ante la Corte Suprema de Oklahoma, desafiando la desestimación previa del caso por parte de la jueza de distrito Caroline Wall. Si la corte confirma la desestimación, el caso se cerrará definitivamente; si se revoca, el caso continuará su curso legal.
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