EconomÍa

Acciones caen 9 % en los primeros 100 días de Trump, el peor inicio presidencial en Wall Street desde 1974

En los primeros 100 días del nuevo gobierno encabezado por Donald Trump, el mercado bursátil estadounidense sufre una caída histórica: el S&P 500 cae un 9 % y el valor de las empresas que cotizan en bolsa pierde más de 6,5 billones de dólares. La extrema volatilidad y los aranceles impulsan una inestabilidad que no se veía desde hace medio siglo.

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Acciones caen 9 % en los primeros 100 días de Trump, el peor inicio presidencial en Wall Street desde 1974

En los primeros 100 días del nuevo gobierno encabezado por Donald Trump, el mercado bursátil estadounidense sufre una caída histórica: el S&P 500 cae un 9 % y el valor de las empresas que cotizan en bolsa pierde más de 6,5 billones de dólares. La extrema volatilidad y los aranceles impulsan una inestabilidad que no se veía desde hace medio siglo.

“Es una situación muy inestable”

– Declaró Michael Purves, director de inversiones de Tallbacken Capital.

30/4/2025

La administración de Donald Trump ha marcado un inicio de mandato sin precedentes negativos para los mercados financieros en Estados Unidos. En los 100 primeros días de su gestión, la bolsa ha experimentado una volatilidad significativa durante 70 jornadas, con pérdidas en 33 de ellas. En este periodo, el valor agregado de las empresas listadas en bolsa se redujo en más de 6,5 billones de dólares, mientras que el índice S&P 500 sufrió un descenso del 9 %, situándose como el peor arranque de mandato presidencial desde la asunción de Gerald R. Ford en agosto de 1974 tras la renuncia de Richard M. Nixon, superando incluso los registros negativos de la crisis tecnológica de inicios de siglo y recibiendo una economía previamente robusta.


En sus primeras semanas, el S&P 500 había alcanzado máximos históricos, impulsado por el optimismo alrededor de la inteligencia artificial y la expectativa de políticas proempresariales. Sin embargo, el anuncio del presidente Trump, el 2 de abril, del mayor paquete de aranceles de su administración, desencadenó una inestabilidad abrupta en los mercados. El S&P 500 se desplomó más de un 10 % en dos días, en un movimiento comparable solo con las peores jornadas de la pandemia de marzo de 2020 y la crisis financiera mundial de 2008.


La imposición de aranceles del 25 % a las importaciones de automóviles y autopartes, junto con amenazas de sanciones adicionales a México y Canadá, elevaron los temores inflacionarios y provocaron incertidumbre sobre el futuro comercial del país. Las declaraciones presidenciales, como la afirmación sobre no eximir a ningún país de los impuestos o la disposición a aceptar un aumento en los precios de los automóviles, tensaron aún más el ambiente en Wall Street y entre los socios comerciales estadounidenses.


Analistas y economistas advirtieron sobre una economía que, tras ralentizarse el crecimiento del empleo y enfriarse la inflación, enfrentaba ahora riesgos elevados de recesión. El Nasdaq Composite y el Russell 2000, barómetros importantes debido a su enfoque en tecnología y pequeñas empresas respectivamente, ingresaron en terreno bajista al perder más de un 20 % desde sus máximos. Para el 8 de abril, el S&P 500 registraba una caída de 18,9 % desde su máximo de febrero. Tras la entrada en vigor de los aranceles, solo un anuncio sorpresa de una pausa de 90 días para las medidas más estrictas (exceptuando a China) produjo un rebote momentáneo: el S&P 500 tuvo su mejor jornada desde 2008.


El pánico no solo se apoderó de los mercados bursátiles. Tanto los bonos del Tesoro estadounidense como el dólar, tradicionales refugios frente a la incertidumbre global, sufrieron ventas generalizadas en los días previos a los aranceles. El rendimiento del bono del Tesoro a 30 años saltó de poco más de 4,3 % a superar el 5 % en operaciones nocturnas, en uno de los mayores movimientos de la última década. La liquidación se intensificó por algoritmos que, al romperse ciertos umbrales técnicos, impulsaron aún más la presión vendedora.


La independencia de la Reserva Federal también fue objeto de críticas desde la Casa Blanca. Trump expresó públicamente su descontento con Jerome H. Powell, presidente de la Fed, por no reducir los tipos de interés incluso tras advertencias de que podría agravar la inflación, lo que contribuyó a la inquietud del mercado.


Mientras tanto, la volatilidad causada por la política arancelaria dificultó la planificación de los inversores, dejando de lado horizontes a seis meses para adoptar estrategias de gestión semanal debido a la imprevisibilidad de las medidas. Esta incertidumbre, según el economista James Egelhof de BNP Paribas, mantiene a las empresas en estado de parálisis y ha llevado a preguntas recurrentes sobre el riesgo de una recesión.


Las acciones del gobierno han incluido mensajes contradictorios sobre negociaciones comerciales internacionales y cambios de tono respecto a la imposición de tarifas, sin lograr disipar completamente el temor a una economía mundial más fragmentada y menor seguridad en los activos estadounidenses. El propio presidente Trump, en medio de la crisis bursátil, atribuyó la turbulencia a su antecesor y pidió paciencia a los mercados, asegurando que nuevas inversiones y el traslado de empresas a Estados Unidos alcanzan cifras récord con su administración.


De cara al levantamiento de la pausa de 90 días sobre los aranceles en julio, la atención de analistas e inversores permanece centrada en la consolidación de las políticas comerciales y los resultados económicos, conscientes de que la volatilidad de los aranceles "yo-yo" podría tener efectos prolongados en la confianza y el crecimiento empresarial.

Algo Curioso

“Es una situación muy inestable”

– Declaró Michael Purves, director de inversiones de Tallbacken Capital.

Apr 30, 2025
Colglobal News

La administración de Donald Trump ha marcado un inicio de mandato sin precedentes negativos para los mercados financieros en Estados Unidos. En los 100 primeros días de su gestión, la bolsa ha experimentado una volatilidad significativa durante 70 jornadas, con pérdidas en 33 de ellas. En este periodo, el valor agregado de las empresas listadas en bolsa se redujo en más de 6,5 billones de dólares, mientras que el índice S&P 500 sufrió un descenso del 9 %, situándose como el peor arranque de mandato presidencial desde la asunción de Gerald R. Ford en agosto de 1974 tras la renuncia de Richard M. Nixon, superando incluso los registros negativos de la crisis tecnológica de inicios de siglo y recibiendo una economía previamente robusta.


En sus primeras semanas, el S&P 500 había alcanzado máximos históricos, impulsado por el optimismo alrededor de la inteligencia artificial y la expectativa de políticas proempresariales. Sin embargo, el anuncio del presidente Trump, el 2 de abril, del mayor paquete de aranceles de su administración, desencadenó una inestabilidad abrupta en los mercados. El S&P 500 se desplomó más de un 10 % en dos días, en un movimiento comparable solo con las peores jornadas de la pandemia de marzo de 2020 y la crisis financiera mundial de 2008.


La imposición de aranceles del 25 % a las importaciones de automóviles y autopartes, junto con amenazas de sanciones adicionales a México y Canadá, elevaron los temores inflacionarios y provocaron incertidumbre sobre el futuro comercial del país. Las declaraciones presidenciales, como la afirmación sobre no eximir a ningún país de los impuestos o la disposición a aceptar un aumento en los precios de los automóviles, tensaron aún más el ambiente en Wall Street y entre los socios comerciales estadounidenses.


Analistas y economistas advirtieron sobre una economía que, tras ralentizarse el crecimiento del empleo y enfriarse la inflación, enfrentaba ahora riesgos elevados de recesión. El Nasdaq Composite y el Russell 2000, barómetros importantes debido a su enfoque en tecnología y pequeñas empresas respectivamente, ingresaron en terreno bajista al perder más de un 20 % desde sus máximos. Para el 8 de abril, el S&P 500 registraba una caída de 18,9 % desde su máximo de febrero. Tras la entrada en vigor de los aranceles, solo un anuncio sorpresa de una pausa de 90 días para las medidas más estrictas (exceptuando a China) produjo un rebote momentáneo: el S&P 500 tuvo su mejor jornada desde 2008.


El pánico no solo se apoderó de los mercados bursátiles. Tanto los bonos del Tesoro estadounidense como el dólar, tradicionales refugios frente a la incertidumbre global, sufrieron ventas generalizadas en los días previos a los aranceles. El rendimiento del bono del Tesoro a 30 años saltó de poco más de 4,3 % a superar el 5 % en operaciones nocturnas, en uno de los mayores movimientos de la última década. La liquidación se intensificó por algoritmos que, al romperse ciertos umbrales técnicos, impulsaron aún más la presión vendedora.


La independencia de la Reserva Federal también fue objeto de críticas desde la Casa Blanca. Trump expresó públicamente su descontento con Jerome H. Powell, presidente de la Fed, por no reducir los tipos de interés incluso tras advertencias de que podría agravar la inflación, lo que contribuyó a la inquietud del mercado.


Mientras tanto, la volatilidad causada por la política arancelaria dificultó la planificación de los inversores, dejando de lado horizontes a seis meses para adoptar estrategias de gestión semanal debido a la imprevisibilidad de las medidas. Esta incertidumbre, según el economista James Egelhof de BNP Paribas, mantiene a las empresas en estado de parálisis y ha llevado a preguntas recurrentes sobre el riesgo de una recesión.


Las acciones del gobierno han incluido mensajes contradictorios sobre negociaciones comerciales internacionales y cambios de tono respecto a la imposición de tarifas, sin lograr disipar completamente el temor a una economía mundial más fragmentada y menor seguridad en los activos estadounidenses. El propio presidente Trump, en medio de la crisis bursátil, atribuyó la turbulencia a su antecesor y pidió paciencia a los mercados, asegurando que nuevas inversiones y el traslado de empresas a Estados Unidos alcanzan cifras récord con su administración.


De cara al levantamiento de la pausa de 90 días sobre los aranceles en julio, la atención de analistas e inversores permanece centrada en la consolidación de las políticas comerciales y los resultados económicos, conscientes de que la volatilidad de los aranceles "yo-yo" podría tener efectos prolongados en la confianza y el crecimiento empresarial.

La administración de Donald Trump ha marcado un inicio de mandato sin precedentes negativos para los mercados financieros en Estados Unidos. En los 100 primeros días de su gestión, la bolsa ha experimentado una volatilidad significativa durante 70 jornadas, con pérdidas en 33 de ellas. En este periodo, el valor agregado de las empresas listadas en bolsa se redujo en más de 6,5 billones de dólares, mientras que el índice S&P 500 sufrió un descenso del 9 %, situándose como el peor arranque de mandato presidencial desde la asunción de Gerald R. Ford en agosto de 1974 tras la renuncia de Richard M. Nixon, superando incluso los registros negativos de la crisis tecnológica de inicios de siglo y recibiendo una economía previamente robusta.


En sus primeras semanas, el S&P 500 había alcanzado máximos históricos, impulsado por el optimismo alrededor de la inteligencia artificial y la expectativa de políticas proempresariales. Sin embargo, el anuncio del presidente Trump, el 2 de abril, del mayor paquete de aranceles de su administración, desencadenó una inestabilidad abrupta en los mercados. El S&P 500 se desplomó más de un 10 % en dos días, en un movimiento comparable solo con las peores jornadas de la pandemia de marzo de 2020 y la crisis financiera mundial de 2008.


La imposición de aranceles del 25 % a las importaciones de automóviles y autopartes, junto con amenazas de sanciones adicionales a México y Canadá, elevaron los temores inflacionarios y provocaron incertidumbre sobre el futuro comercial del país. Las declaraciones presidenciales, como la afirmación sobre no eximir a ningún país de los impuestos o la disposición a aceptar un aumento en los precios de los automóviles, tensaron aún más el ambiente en Wall Street y entre los socios comerciales estadounidenses.


Analistas y economistas advirtieron sobre una economía que, tras ralentizarse el crecimiento del empleo y enfriarse la inflación, enfrentaba ahora riesgos elevados de recesión. El Nasdaq Composite y el Russell 2000, barómetros importantes debido a su enfoque en tecnología y pequeñas empresas respectivamente, ingresaron en terreno bajista al perder más de un 20 % desde sus máximos. Para el 8 de abril, el S&P 500 registraba una caída de 18,9 % desde su máximo de febrero. Tras la entrada en vigor de los aranceles, solo un anuncio sorpresa de una pausa de 90 días para las medidas más estrictas (exceptuando a China) produjo un rebote momentáneo: el S&P 500 tuvo su mejor jornada desde 2008.


El pánico no solo se apoderó de los mercados bursátiles. Tanto los bonos del Tesoro estadounidense como el dólar, tradicionales refugios frente a la incertidumbre global, sufrieron ventas generalizadas en los días previos a los aranceles. El rendimiento del bono del Tesoro a 30 años saltó de poco más de 4,3 % a superar el 5 % en operaciones nocturnas, en uno de los mayores movimientos de la última década. La liquidación se intensificó por algoritmos que, al romperse ciertos umbrales técnicos, impulsaron aún más la presión vendedora.


La independencia de la Reserva Federal también fue objeto de críticas desde la Casa Blanca. Trump expresó públicamente su descontento con Jerome H. Powell, presidente de la Fed, por no reducir los tipos de interés incluso tras advertencias de que podría agravar la inflación, lo que contribuyó a la inquietud del mercado.


Mientras tanto, la volatilidad causada por la política arancelaria dificultó la planificación de los inversores, dejando de lado horizontes a seis meses para adoptar estrategias de gestión semanal debido a la imprevisibilidad de las medidas. Esta incertidumbre, según el economista James Egelhof de BNP Paribas, mantiene a las empresas en estado de parálisis y ha llevado a preguntas recurrentes sobre el riesgo de una recesión.


Las acciones del gobierno han incluido mensajes contradictorios sobre negociaciones comerciales internacionales y cambios de tono respecto a la imposición de tarifas, sin lograr disipar completamente el temor a una economía mundial más fragmentada y menor seguridad en los activos estadounidenses. El propio presidente Trump, en medio de la crisis bursátil, atribuyó la turbulencia a su antecesor y pidió paciencia a los mercados, asegurando que nuevas inversiones y el traslado de empresas a Estados Unidos alcanzan cifras récord con su administración.


De cara al levantamiento de la pausa de 90 días sobre los aranceles en julio, la atención de analistas e inversores permanece centrada en la consolidación de las políticas comerciales y los resultados económicos, conscientes de que la volatilidad de los aranceles "yo-yo" podría tener efectos prolongados en la confianza y el crecimiento empresarial.

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