Un fenómeno cada vez más visible en países occidentales vincula la baja en las tasas de natalidad con un notable aumento en la tenencia de perros como mascotas. Según datos recientes, entre un tercio y la mitad de los hogares en Estados Unidos, Canadá, Australia y en gran parte de Europa actualmente tienen al menos un perro. Este cambio ocurre en paralelo a una caída sostenida de la fertilidad que, de continuar, podría afectar el tamaño poblacional en las próximas décadas.
Investigadoras de la Universidad Eötvös Loránd, en Hungría, realizaron un estudio teórico para comprender las causas detrás de este cambio de hábitos. Laura Gillet y Enikő Kubinyi señalan que, a pesar del incremento en el número de perros por hogar, el fenómeno no implica que los caninos estén asumiendo el lugar de los hijos dentro de la familia. El estudio argumenta que la decisión de muchos adultos jóvenes de posponer o renunciar a la paternidad tiene raíces en presiones socio-culturales y en la necesidad de compañía emocional, rol que los perros vienen a suplir en muchos casos.
El análisis también aborda la dimensión económica: en los últimos dos años, el costo de criar a un hijo en Estados Unidos se incrementó 35,7%. Factores adicionales, como la incertidumbre ante el futuro y el impacto de cambios en las estructuras familiares —que inciden sobre todo en la soledad de los padres, y especialmente de las madres— han hecho que menos personas estén dispuestas a asumir la inversión de formar una familia numerosa.
Las autoras del estudio subrayan, sin embargo, que la mayoría de los dueños de perros reconocen las diferencias entre criar a un animal y tener un hijo, y valoran la posibilidad de atender a necesidades específicas que, en muchos casos, difieren notablemente. También observan que la tenencia de perros no es incompatible con la crianza de hijos, lo cual refiere a una inclinación humana a cuidar, limitada o no por la especie.
La investigación concluye que el aumento en la presencia de perros en los hogares occidentales refleja profunda transformación en prioridades sociales y económicas. Aunque estos animales han alcanzado un lugar cada vez más relevante en la vida familiar, el fenómeno no sugiere que los perros reemplacen a los niños, sino que evidencia nuevas formas de convivencia y apego en una sociedad en cambio constante.