La Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático (COP29) se llevó a cabo en Bakú, Azerbaiyán, comenzando el 11 de noviembre de 2024, y culminó con un acuerdo crucial para aumentar el financiamiento climático a US$ 300 mil millones anuales para 2035. Este compromiso representa un incremento significativo respecto al objetivo anterior de US$ 100 mil millones anuales establecido en 2009. No obstante, el acuerdo ha sido fuertemente criticado por no tener en cuenta la inflación, lo que podría reducir su valor real en aproximadamente un 20% para 2035.
Países en desarrollo, encabezados por India y representantes de los países menos desarrollados (LDC), habían solicitado una suma mucho mayor de US$ 1.3 billones anuales para descarbonizar sus economías y adaptarse a los efectos del cambio climático. La suma final acordada de US$ 300 mil millones fue etiquetada por muchos negociadores como "abismalmente pobre" y una "traición" a las naciones más vulnerables al cambio climático.
Durante las intensas negociaciones, el enviado climático de Panamá, Juan Carlos Monterrey, alertó sobre el crítico estado del objetivo de limitar el calentamiento global a 1.5°C y calificó el acuerdo alcanzado como insuficiente. Por su parte, Chandni Raina, negociadora de India, describió el acuerdo como una "ilusión óptica" y un "travesty of justice", señalando que el proceso de adopción del acuerdo no permitió a muchos países expresar su desacuerdo.
Catherine Pettengell, de Climate Action Network UK, subrayó que las decisiones procedimentales podrían erosionar la confianza en los procesos climáticos de la ONU, una posición que ha sido respaldada por varios otros delegados.
Las negociaciones se vieron complicadas por la falta de un marco claro y la ausencia de cifras concretas en las propuestas iniciales. Con el tiempo limitado, se llevaron a cabo reuniones de emergencia que resultaron en el acuerdo de US$ 300 mil millones, aunque muchos delegados sintieron que este monto fue un compromiso forzado y no reflejaba una solución sostenible.
Económicamente, ajustar el compromiso a términos reales revela que los US$ 300 mil millones prometidos no representan un aumento significativo, dado que calculan que el monto necesario, considerando la inflación, debería ser cercano a US$ 538 mil millones para 2035.
El malestar que dejó la COP29 anticipa desafíos aún mayores para la próxima COP30, a celebrarse en Belém, Brasil, especialmente en un contexto político global cambiante con la reelección de Donald Trump en Estados Unidos, quien anteriormente ha mostrado una postura escéptica hacia los compromisos climáticos.
Los resultados de la COP29 reflejan las tensiones persistentes entre las naciones ricas y pobres en la lucha global contra el cambio climático. El acuerdo alcanzado en Bakú está visto como un paso atrás en comparación con las expectativas de los países en desarrollo y que las decisiones tomadas no abordan adecuadamente sus necesidades urgentes.