Kyla Blight, de 17 años, fue trasladada de urgencia al hospital tras desmayarse y ponerse azul mientras vapeaba. El diagnóstico reveló que había desarrollado una burbuja de aire conocida como bleb pulmonar en la parte superior de sus pulmones, lo que resultó en un pulmón colapsado. La joven pasó por una compleja cirugía de cinco horas y media para remover parte de su pulmón, luego de casi sufrir un paro cardíaco. Este episodio médico ha desatado alarmas sobre los peligros del vaping, especialmente entre los jóvenes que lo consideran una actividad inofensiva.
La afección grave de Kyla se debió a su uso excesivo de vapes desde los 15 años, inhalando semanalmente el equivalente a 400 cigarrillos. Kyla fue ingresada en el hospital en estado crítico, donde se sometió a una cirugía que involucró la extracción de un segmento de su pulmón afectado. Tras dos semanas de hospitalización, ha jurado no volver a tocar los vapes y su caso se ha convertido en un claro recordatorio de los peligros asociados con esta práctica.
Según su padre, Mark Blight, quien también es usuario de vapes desde hace 13 años, esta experiencia ha sido una llamada de atención. En sus declaraciones, enfatizó la necesidad de una mayor regulación y pruebas de los químicos presentes en los cigarrillos electrónicos desechables. Mark ha tomado la iniciativa de advertir a otros jóvenes sobre los riesgos potenciales, destacando que esta situación no solo es un problema personal sino de salud pública.
El caso de Kyla ha llamado la atención de profesionales sanitarios y reguladores del gobierno. La historia de esta adolescente ilustra la falta de concienciación y la falsa percepción de seguridad que rodea al vaping entre los jóvenes. Expertos en salud han advertido repetidamente sobre los peligros potenciales, pero incidentes graves como el de Kyla ponen de relieve la necesidad urgente de acción y educación.