Aleksandr Lukashenko, quien ha estado al mando de Bielorrusia desde 1994, ha sido reelegido presidente con un 86,82% de los votos en las elecciones celebradas el 26 de enero de 2025. La participación fue del 85,7%, según datos oficiales. Este resultado marca el inicio de su séptimo mandato consecutivo.
El proceso electoral ha sido severamente criticado tanto a nivel nacional como internacional. Todos los candidatos opositores fueron encarcelados o forzados al exilio antes de las elecciones. Este hecho llevó a la Comisión Europea a calificar los comicios de "simulación electoral". Los resultados oficiales reflejan que la segunda opción más votada, con un 3,6%, fue la papeleta titulada "contra todos". La única candidata independiente, Hanna Kanapatskaya, obtuvo un 1,86% de los votos.
El entorno político bielorruso se ha caracterizado por una represión intensa contra los opositores del régimen. La ONG Viasná estima que actualmente hay 1.244 presos políticos en Bielorrusia.
La Unión Europea ha manifestado su rechazo a estos comicios. Kaja Kallas, alta representante de la UE para Asuntos Exteriores, ha declarado que la Unión no reconoce la legitimidad del gobierno de Lukashenko y ha exigido la liberación de los presos políticos. Además, la UE ha anunciado que seguirá imponiendo sanciones selectivas contra el régimen mientras brinda apoyo a la sociedad civil y la democracia en el país.
Lukashenko ha minimizado las críticas, asegurando que Bielorrusia ha sido "vacunada" contra la oposición tras años de represión intensa. Cabe recordar que, en las elecciones de 2020, el mandatario obtuvo un 80,1% de los votos, resultado que provocó protestas masivas y una posterior represión brutal.
Los comicios de 2025 comenzaron el 21 de enero con un voto anticipado, lo que ha despertado sospechas de posible manipulación. Observadores internacionales, incluidos de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), no pudieron supervisar adecuadamente el proceso.
Lukashenko ha afirmado que en este momento no tiene intención de buscar un sucesor. Según él, los futuros líderes del país serán los actuales gobernadores y altos funcionarios. Durante su extenso mandato, ha encarcelado a numerosos opositores y ejercido un control estricto sobre cualquier forma de disidencia.