Alemania ha dado un paso significativo en la reforma de su política de drogas al legalizar el uso recreativo del cannabis, pese a la fuerte oposición de sectores conservadores y asociaciones médicas. El nuevo estatuto permite a los adultos portar hasta 25 gramos de cannabis y cultivar hasta tres plantas en casa, estableciendo un precedente en la legislación europea. Aunque esta medida ha sido recibida con celebraciones y un simbólico "fum-in" en lugares emblemáticos como la Puerta de Brandeburgo, las restricciones en la venta y distribución siguen siendo un tema de debate intenso.
La ley, que entró en vigor el 1 de abril, no solo busca despenalizar el consumo sino también abordar el mercado negro y los riesgos de salud asociados con productos contaminados. Sin embargo, la implementación ha generado controversia, con críticas enfocadas en las limitaciones que podrían perpetuar, en lugar de erradicar, el comercio ilegal. Los clubes de cannabis no comerciales, que se permitirán desde julio, tendrán un límite de 500 miembros y restricciones en la cantidad de cannabis que pueden distribuir, lo que algunos argumentan que podría no satisfacer la demanda y seguir fomentando el mercado negro.
Las autoridades alemanas han enfatizado la importancia de la regulación en la lucha contra el narcotráfico y la protección de los consumidores. Sin embargo, la complejidad de la nueva ley y las rigurosas regulaciones han suscitado un debate sobre si realmente se logrará el objetivo de reducir el mercado ilegal y si las medidas son suficientemente inclusivas para abordar los problemas subyacentes de adicción y salud pública.