El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ha renovado su llamado a que gigantes tecnológicos como Apple trasladen su producción al territorio estadounidense en medio de un contexto marcado por tensiones arancelarias. La secretaria de prensa de la Casa Blanca durante su administración, Karoline Leavitt, expresó que Trump confiaba en que Apple podría fabricar iPhones en Estados Unidos para evitar los aranceles impuestos. En su red Truth Social, Trump reiteró los beneficios de mudarse a EE.UU., incluyendo "cero aranceles" y "conexiones eléctricas/energéticas casi inmediatas".
La propuesta ha generado escepticismo entre los analistas. Laura Martin de Needham fue categórica en CNBC al señalar que fabricar iPhones en EE.UU. no es factible, argumentando que los costos de producción se incrementarían drásticamente, lo que llevaría el precio de un iPhone a $3,500. Este punto fue respaldado por Dan Ives, analista de Wedbush, quien destacó que el precio actual de los modelos ronda los $1,000. Además, varios expertos han señalado que, más allá del costo laboral, hay factores estructurales que complican el traslado de la producción, como la falta de mano de obra calificada en Estados Unidos.
Esta limitación ha sido un obstáculo históricamente reconocido por Apple. De acuerdo con la biografía de Steve Jobs, el cofundador de la compañía afirmó que EE.UU. carecía de los 30,000 ingenieros necesarios para respaldar una planta con 700,000 empleados, capacidad que China sí ofrece. En 2017, el actual CEO de Apple, Tim Cook, reforzó esta idea, subrayando que no solo es cuestión de costos: la cantidad y calidad de habilidades concentradas que se encuentran en China son inigualables. Cook ejemplificó que, mientras en EE.UU. apenas se podría llenar una sala con ingenieros de herramientas, en China se podrían llenar múltiples campos de fútbol.
Los aranceles impuestos durante el gobierno de Trump han afectado considerablemente a la compañía. Este año, las acciones de Apple han registrado una caída del 31%, y los aranceles han incrementado los costos de producción de iPhones en un 50%. UBS calculó que como consecuencia, el precio de un modelo como el iPhone 16 Pro Max podría elevarse en $350 en el mercado estadounidense. Por otro lado, en los últimos cinco días, la incertidumbre en las políticas comerciales ha generado una disminución del 20% en el valor de las acciones de la empresa.
A las implicaciones económicas se suman posibles repercusiones geopolíticas. Analistas han advertido sobre la posibilidad de medidas de represalia por parte de China y complicaciones logísticas relacionadas con su cadena de suministro, lo que podría impactar aún más a la compañía en caso de ejecutar el traslado de la producción.
Apple ha anunciado una inversión de $500 mil millones para proyectos en Estados Unidos, pero no ha señalado que estos fondos estén destinados a la fabricación de iPhones. La compañía enfrenta un escenario complicado: los intentos de relocalizar la producción conllevarían retos económicos, industriales y logísticos sustanciales que podrían amenazar su competitividad global y afectar directamente a los consumidores.
En la actualidad, la mayoría de los iPhones se ensamblan en instalaciones situadas en China, con capacidad para producir más de 200 millones de unidades al año, cifra que sería difícil de igualar en territorio estadounidense bajo las condiciones actuales.