AstraZeneca, en un giro sorprendente, ha admitido por primera vez en documentos legales que su vacuna contra el COVID-19 puede causar TTS (Trombosis con Trombocitopenia Síndrome) en casos excepcionalmente raros. Esta admisión se produce en respuesta a una demanda colectiva presentada en el Tribunal Superior del Reino Unido, donde las víctimas buscan compensaciones que podrían ascender a 100 millones de libras. El caso más notable es el de Jamie Scott, quien sufrió daños cerebrales permanentes tras recibir la vacuna.
Desde su lanzamiento, la vacuna Covishield, como se le conoce en varios mercados, ha sido administrada a millones de personas en más de 150 países. Desarrollada por AstraZeneca y la Universidad de Oxford, la vacuna se ha citado como un componente crucial en la lucha global contra la pandemia, ofreciendo una eficacia significativa contra el COVID-19.
Sin embargo, estudios posteriores han revelado que, aunque muy raramente, algunas personas desarrollaron coágulos sanguíneos tras recibir la vacuna, lo que en algunos casos resultó ser fatal. Estos efectos secundarios llevaron a una reevaluación del uso de la vacuna, especialmente en menores de 40 años en varios países, quienes fueron luego ofrecidos alternativas debido al riesgo comparativo.
El reconocimiento de AstraZeneca podría tener amplias repercusiones legales y financieras, no solo por las demandas pendientes sino también por el impacto en la confianza pública en las vacunas. La empresa ha estado en comunicación con las autoridades regulatorias para actualizar la información del producto y garantizar que los beneficios de la vacunación se comprendan claramente frente a los riesgos.