De acuerdo con un informe de Bloomberg, desde febrero ha habido un notable incremento en enfermedades infecciosas globalmente, superando significativamente los niveles pre-pandémicos en 44 países y territorios. Este resurgimiento incluye al menos 13 enfermedades comunicables, que van desde el resfriado común hasta el sarampión y la tuberculosis.
En Estados Unidos, los casos de influenza han aumentado aproximadamente un 40% en las dos temporadas de gripe posteriores a la COVID, en comparación con los años previos a la pandemia. A su vez, en China, los casos de tos ferina se han multiplicado por 45 en los primeros cuatro meses del año respecto al año pasado, mientras que en Australia, los casos del virus sincitial respiratorio (RSV) casi se han duplicado en algunas regiones.
En cuanto al sarampión, se ha observado un aumento en más de 20 estados de Estados Unidos, así como en el Reino Unido y partes de Europa. En el ámbito global, 7,5 millones de personas fueron diagnosticadas con tuberculosis en 2022, el peor año registrado desde que la Organización Mundial de la Salud comenzó a monitorearla a mediados de la década de 1990.
Expertos sugieren que la teoría de la deuda de inmunidad puede explicar este incremento. Durante los confinamientos por la pandemia, la exposición de las personas a patógenos comunes fue menor, dejándolas más vulnerables cuando las restricciones se levantaron. Esta situación ha afectado especialmente a los niños, cuyos sistemas inmunológicos recién desarrollados fueron impactados por el distanciamiento social y las clases en línea.
Además, la disminución de las tasas de vacunación durante la pandemia ha contribuido a este repunte en enfermedades prevenibles como el sarampión, la polio y la tos ferina. Se estima que cerca de 25 millones de niños no recibieron al menos una dosis de la vacuna contra la difteria, el tétanos y la tos ferina en 2021.
Para abordar esta situación, es crucial reconstruir la confianza en las vacunas y explicar la importancia de la ciencia y la vacunación en la población. A pesar de que muchas protecciones de la era COVID han sido levantadas, la persistente carga de enfermedad y las miles de muertes mensuales por COVID reflejan el impacto duradero de la pandemia.
Las autoridades sanitarias instan a reforzar los programas de vacunación y a promover prácticas de salud pública para prevenir un mayor aumento de enfermedades infecciosas. La vigilancia epidemiológica y la cooperación internacional son esenciales para mitigar esta crisis de salud global, que afecta tanto a los países desarrollados como a los en vías de desarrollo.
De acuerdo con un informe de Bloomberg, desde febrero ha habido un notable incremento en enfermedades infecciosas globalmente, superando significativamente los niveles pre-pandémicos en 44 países y territorios. Este resurgimiento incluye al menos 13 enfermedades comunicables, que van desde el resfriado común hasta el sarampión y la tuberculosis.
En Estados Unidos, los casos de influenza han aumentado aproximadamente un 40% en las dos temporadas de gripe posteriores a la COVID, en comparación con los años previos a la pandemia. A su vez, en China, los casos de tos ferina se han multiplicado por 45 en los primeros cuatro meses del año respecto al año pasado, mientras que en Australia, los casos del virus sincitial respiratorio (RSV) casi se han duplicado en algunas regiones.
En cuanto al sarampión, se ha observado un aumento en más de 20 estados de Estados Unidos, así como en el Reino Unido y partes de Europa. En el ámbito global, 7,5 millones de personas fueron diagnosticadas con tuberculosis en 2022, el peor año registrado desde que la Organización Mundial de la Salud comenzó a monitorearla a mediados de la década de 1990.
Expertos sugieren que la teoría de la deuda de inmunidad puede explicar este incremento. Durante los confinamientos por la pandemia, la exposición de las personas a patógenos comunes fue menor, dejándolas más vulnerables cuando las restricciones se levantaron. Esta situación ha afectado especialmente a los niños, cuyos sistemas inmunológicos recién desarrollados fueron impactados por el distanciamiento social y las clases en línea.
Además, la disminución de las tasas de vacunación durante la pandemia ha contribuido a este repunte en enfermedades prevenibles como el sarampión, la polio y la tos ferina. Se estima que cerca de 25 millones de niños no recibieron al menos una dosis de la vacuna contra la difteria, el tétanos y la tos ferina en 2021.
Para abordar esta situación, es crucial reconstruir la confianza en las vacunas y explicar la importancia de la ciencia y la vacunación en la población. A pesar de que muchas protecciones de la era COVID han sido levantadas, la persistente carga de enfermedad y las miles de muertes mensuales por COVID reflejan el impacto duradero de la pandemia.
Las autoridades sanitarias instan a reforzar los programas de vacunación y a promover prácticas de salud pública para prevenir un mayor aumento de enfermedades infecciosas. La vigilancia epidemiológica y la cooperación internacional son esenciales para mitigar esta crisis de salud global, que afecta tanto a los países desarrollados como a los en vías de desarrollo.