En una operación encubierta, el derrocado dictador Bashar al-Assad fue evacuado de su país y trasladado a Moscú, Rusia. El vuelo, caracterizado por un alto nivel de discreción, se llevó a cabo con el transpondedor del avión apagado para evitar cualquier detección. La naturaleza secreta de esta misión fue tan estricta que ni siquiera el hermano de Assad estaba al tanto de los detalles.
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Este movimiento estratégico tiene raíces profundas en la intervención militar rusa en Siria hace una década, un acto que en su momento salvó el régimen de Assad del colapso total. Sin embargo, con las tropas rebeldes acercándose a Damasco, la necesidad de una ruta de escape segura se volvió imperativa. Bloomberg informó que Rusia tomó la iniciativa de persuadir a Assad para que abandonara el país, encargándose sus agentes de inteligencia de organizar su traslado.
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Las opciones de viaje de Assad eran sumamente limitadas debido a su estatus de paria internacional. Con Rusia e Irán como sus principales aliados, la elección de Moscú ofreció no solo un refugio seguro, sino también un destino que alineaba con los hábitos lujosos de Assad y facilitaba la estabilidad geopolítica requerida. David Lesch, experto en Siria, indicó que la secularidad devota de la familia Assad hacía de Rusia una opción más atractiva que Irán.
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La historia de alianza entre la familia Assad y Rusia se remonta a los años 70, cuando Hafez al-Assad, padre de Bashar, consolidó la posición de Siria dentro de la esfera soviética. La intervención de Vladimir Putin en la guerra civil siria en 2015 fortaleció aún más esta relación. Desde entonces, los hijos de Assad han disfrutado de vacaciones en Crimea y su hijo mayor, Hafez, ha estudiado en la Universidad MGIMO de Rusia.
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Aunque la dependencia de Siria hacia Moscú se ha incrementado, la relación personal entre Assad y Putin ha estado marcada por tensiones y una frialdad mutua, atribuida a la resistencia de Assad a implementar reformas. Un exdiplomático ruso comentó que la imagen del asesinato del líder libio Muammar Gaddafi en 2011 influyó significativamente en la decisión de Putin de proteger a Assad de un destino similar.
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Se espera que Assad lleve una vida cómoda pero aislada en Moscú, similar a la del expresidente ucraniano Viktor Yanukovych, quien reside en un suburbio de Moscú desde su derrocamiento en 2014. A pesar de su considerable riqueza, estimada en alrededor de $2 mil millones en cuentas offshore y corporaciones fantasma, se anticipa que Assad y su familia no llevarán un estilo de vida público y extravagante. Permanecerán bajo la vigilancia de la seguridad rusa y probablemente se ocultarán en una finca apartada.
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La escala de vigilancia de la seguridad rusa y la discreción de su vida en Moscú están destinadas a minimizar las complicaciones políticas. Rusia, por su parte, mantendrá silencio sobre el estatus de su nuevo huésped mientras maneja las relaciones con los futuros líderes de Siria.
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Este traslado de Assad a Moscú subraya un capítulo complejo de alianzas y estrategias geopolíticas, al tiempo que refleja la reservada pero poderosa influencia de Rusia en el Medio Oriente.