El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pronunció su discurso final ante la Asamblea General de la ONU, donde abordó las principales crisis internacionales actuales y defendió su legado en política exterior. Biden subrayó la importancia de mantener el apoyo a Ucrania en su conflicto con Rusia, enfatizando que Estados Unidos no abandonará a Ucrania hasta que logre una paz justa y duradera.
Biden también condenó el ataque perpetrado por Hamas a Israel el 7 de octubre y expresó su preocupación por la situación humanitaria en Gaza, donde millones de personas sufren las consecuencias del conflicto. Hizo un llamado a las partes involucradas para finalizar los términos de un acuerdo que garantice la seguridad tanto para Israel como para Gaza, y urgió la liberación de los rehenes.
En cuanto a la situación en Líbano, Biden advirtió que una guerra a gran escala no es del interés de nadie y que, a pesar de la actual escalada, una solución diplomática sigue siendo viable. Su discurso, recibido con aplausos, también atrajo críticas, especialmente del presidente turco Recep Tayyip Erdoğan, quien acusó a Estados Unidos de complicidad en lo que describió como una "masacre" en Gaza.
Reconociendo la presión de tiempo para alcanzar un alto el fuego en Gaza, Biden se enfrentó a tensiones con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, con informes de discusiones acaloradas entre ambos. En medio de la escalada de violencia, un ataque reciente en Dahieh, Beirut, resultó en seis muertos y 15 heridos. Además, un bombardeo israelí previo dejó casi 500 muertos en un solo día, siendo el ataque más letal desde 2006.
El presidente también defendió su decisión de retirar las tropas de Afganistán, argumentando que cumplió con una promesa tras 20 años de conflicto. En su discurso, Biden resaltó la necesidad de un nuevo liderazgo y de priorizar el bienestar del país sobre el deseo de mantenerse en el poder.