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“Bienvenidos al infierno”: ex prisioneros estadounidenses denuncian abusos en cárceles de Venezuela

Seis ciudadanos estadounidenses detenidos durante cinco meses en Venezuela han narrado las condiciones de abuso físico y psicológico que vivieron en la prisión de alta seguridad Rodeo Uno. Su liberación, facilitada tras una visita diplomática de alto perfil, pone en evidencia la estrategia de Nicolás Maduro para usar a ciudadanos extranjeros como moneda de negociación política.

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“Bienvenidos al infierno”: ex prisioneros estadounidenses denuncian abusos en cárceles de Venezuela

Seis ciudadanos estadounidenses detenidos durante cinco meses en Venezuela han narrado las condiciones de abuso físico y psicológico que vivieron en la prisión de alta seguridad Rodeo Uno. Su liberación, facilitada tras una visita diplomática de alto perfil, pone en evidencia la estrategia de Nicolás Maduro para usar a ciudadanos extranjeros como moneda de negociación política.

“Uno de los jefes del regimiento pasó por allí y me puso el pie en la cabeza. Me dijo: 'Bienvenido a Venezuela. Bienvenido al infierno'”

– Recordó David Guillaume, uno de los ex prisioneros.

21/3/2025

Tras cinco meses de encierro en la prisión de alta seguridad Rodeo Uno en Caracas, seis ciudadanos estadounidenses fueron liberados a finales de enero gracias a una controvertida negociación entre el gobierno venezolano y una delegación especial enviada por la administración de Donald Trump. Los detenidos han descrito las deplorables condiciones y los abusos sufridos, así como la naturaleza arbitraria de su detención.

Los estadounidenses, que viajaban como turistas a Venezuela entre agosto y septiembre, fueron acusados por el gobierno de Nicolás Maduro de conspirar contra el régimen. Entre los liberados se encuentra Gregory David Werber, un desarrollador de software de 62 años; David Guillaume, enfermero viajero de 30 años; y David Estrella, un padre de familia de 64 años residente en Nueva Jersey. Las detenciones ocurrieron en situaciones diferentes: Werber fue aprehendido en un aeropuerto tras recorrer el país; Guillaume y Estrella fueron arrestados en Cúcuta, un cruce fronterizo entre Colombia y Venezuela.

Desde el inicio de su detención, los estadounidenses fueron recluidos en pequeñas celdas de hormigón en Rodeo Uno, una prisión conocida por sus estrictas medidas de seguridad. Fueron despojados de sus pertenencias, desnudados hasta la ropa interior, esposados y encapuchados. Según testimonios, los guardias del penal portaban pasamontañas y utilizaban apodos como "Hitler" y "Demonio", mientras sometían a los prisioneros a agresiones físicas, gas pimienta y privaciones de derechos básicos, como atención médica y representación legal.

Casi tres meses después de su ingreso a Rodeo Uno, el maltrato y el aislamiento detonaron una rebelión. Werber, apodado por los demás reclusos como "capitán", lideró una protesta donde los prisioneros golpearon las paredes y puertas de las celdas, lo que provocó la reacción violenta de los guardias. La represión incluyó el uso de equipos antidisturbios y más agresiones físicas que dejaron a los prisioneros malheridos.

La liberación de los seis estadounidenses fue posibilitada tras la llegada del enviado especial Richard Grenell a Venezuela. Su reunión pública con Nicolás Maduro supuso un punto crítico para lograr este acuerdo, aunque generó críticas por dar legitimidad a un líder acusado de abusos a los derechos humanos y fraude electoral. Además, el Departamento de Estado informó que aún permanecen nueve ciudadanos estadounidenses o residentes legales bajo custodia del gobierno venezolano, junto con 900 presos políticos y al menos 68 titulares de pasaportes extranjeros de diversas nacionalidades.

En Washington, la liberación fue recibida con alivio, pero no sin críticas. El presidente Donald Trump contactó personalmente a los liberados en el avión que los transportaba de regreso a casa. Sin embargo, los ex prisioneros han señalado importantes fallas en el proceso de reintegración ofrecido por las autoridades estadounidenses, ya que no recibieron una atención médica, psicológica o de rehabilitación adecuada tras su regreso.

Por su parte, los ex prisioneros ahora se adaptan a sus nuevas vidas mientras intentan superar las secuelas psicológicas y físicas de su experiencia. Guillaume reside temporalmente en Colombia mientras su prometida, Jaralmy Barradas, permanece encarcelada en Venezuela junto con varios familiares de otros detenidos. Esta situación ha puesto en evidencia la política de detención arbitraria del gobierno de Maduro, que utiliza a ciudadanos extranjeros como piezas de intercambio en sus estrategias de negociación política.

El caso de los estadounidenses y otros detenidos subraya el clima de presión internacional que enfrenta Nicolás Maduro. Según analistas políticos, estas acciones responden a un intento del líder venezolano de buscar reconocimiento internacional y alivio de sanciones impuestas por Estados Unidos, además de dividir las posturas dentro de la administración Trump respecto a cómo abordar su gobierno. Mientras el Departamento de Estado continúa abogando por la liberación de los ciudadanos detenidos, miles de presos políticos venezolanos y extranjeros siguen atrapados en condiciones similares.

Rodeo Uno, la prisión donde estuvieron detenidos los estadounidenses, aloja a cientos de presos políticos y comunes, muchos de ellos acusados de conspirar contra el régimen. El nombre de alto perfil de sus detenidos ha convertido al penal en un símbolo de la crisis de derechos humanos en Venezuela.

Algo Curioso

“Uno de los jefes del regimiento pasó por allí y me puso el pie en la cabeza. Me dijo: 'Bienvenido a Venezuela. Bienvenido al infierno'”

– Recordó David Guillaume, uno de los ex prisioneros.

Mar 21, 2025
Colglobal News

Tras cinco meses de encierro en la prisión de alta seguridad Rodeo Uno en Caracas, seis ciudadanos estadounidenses fueron liberados a finales de enero gracias a una controvertida negociación entre el gobierno venezolano y una delegación especial enviada por la administración de Donald Trump. Los detenidos han descrito las deplorables condiciones y los abusos sufridos, así como la naturaleza arbitraria de su detención.

Los estadounidenses, que viajaban como turistas a Venezuela entre agosto y septiembre, fueron acusados por el gobierno de Nicolás Maduro de conspirar contra el régimen. Entre los liberados se encuentra Gregory David Werber, un desarrollador de software de 62 años; David Guillaume, enfermero viajero de 30 años; y David Estrella, un padre de familia de 64 años residente en Nueva Jersey. Las detenciones ocurrieron en situaciones diferentes: Werber fue aprehendido en un aeropuerto tras recorrer el país; Guillaume y Estrella fueron arrestados en Cúcuta, un cruce fronterizo entre Colombia y Venezuela.

Desde el inicio de su detención, los estadounidenses fueron recluidos en pequeñas celdas de hormigón en Rodeo Uno, una prisión conocida por sus estrictas medidas de seguridad. Fueron despojados de sus pertenencias, desnudados hasta la ropa interior, esposados y encapuchados. Según testimonios, los guardias del penal portaban pasamontañas y utilizaban apodos como "Hitler" y "Demonio", mientras sometían a los prisioneros a agresiones físicas, gas pimienta y privaciones de derechos básicos, como atención médica y representación legal.

Casi tres meses después de su ingreso a Rodeo Uno, el maltrato y el aislamiento detonaron una rebelión. Werber, apodado por los demás reclusos como "capitán", lideró una protesta donde los prisioneros golpearon las paredes y puertas de las celdas, lo que provocó la reacción violenta de los guardias. La represión incluyó el uso de equipos antidisturbios y más agresiones físicas que dejaron a los prisioneros malheridos.

La liberación de los seis estadounidenses fue posibilitada tras la llegada del enviado especial Richard Grenell a Venezuela. Su reunión pública con Nicolás Maduro supuso un punto crítico para lograr este acuerdo, aunque generó críticas por dar legitimidad a un líder acusado de abusos a los derechos humanos y fraude electoral. Además, el Departamento de Estado informó que aún permanecen nueve ciudadanos estadounidenses o residentes legales bajo custodia del gobierno venezolano, junto con 900 presos políticos y al menos 68 titulares de pasaportes extranjeros de diversas nacionalidades.

En Washington, la liberación fue recibida con alivio, pero no sin críticas. El presidente Donald Trump contactó personalmente a los liberados en el avión que los transportaba de regreso a casa. Sin embargo, los ex prisioneros han señalado importantes fallas en el proceso de reintegración ofrecido por las autoridades estadounidenses, ya que no recibieron una atención médica, psicológica o de rehabilitación adecuada tras su regreso.

Por su parte, los ex prisioneros ahora se adaptan a sus nuevas vidas mientras intentan superar las secuelas psicológicas y físicas de su experiencia. Guillaume reside temporalmente en Colombia mientras su prometida, Jaralmy Barradas, permanece encarcelada en Venezuela junto con varios familiares de otros detenidos. Esta situación ha puesto en evidencia la política de detención arbitraria del gobierno de Maduro, que utiliza a ciudadanos extranjeros como piezas de intercambio en sus estrategias de negociación política.

El caso de los estadounidenses y otros detenidos subraya el clima de presión internacional que enfrenta Nicolás Maduro. Según analistas políticos, estas acciones responden a un intento del líder venezolano de buscar reconocimiento internacional y alivio de sanciones impuestas por Estados Unidos, además de dividir las posturas dentro de la administración Trump respecto a cómo abordar su gobierno. Mientras el Departamento de Estado continúa abogando por la liberación de los ciudadanos detenidos, miles de presos políticos venezolanos y extranjeros siguen atrapados en condiciones similares.

Rodeo Uno, la prisión donde estuvieron detenidos los estadounidenses, aloja a cientos de presos políticos y comunes, muchos de ellos acusados de conspirar contra el régimen. El nombre de alto perfil de sus detenidos ha convertido al penal en un símbolo de la crisis de derechos humanos en Venezuela.

Tras cinco meses de encierro en la prisión de alta seguridad Rodeo Uno en Caracas, seis ciudadanos estadounidenses fueron liberados a finales de enero gracias a una controvertida negociación entre el gobierno venezolano y una delegación especial enviada por la administración de Donald Trump. Los detenidos han descrito las deplorables condiciones y los abusos sufridos, así como la naturaleza arbitraria de su detención.

Los estadounidenses, que viajaban como turistas a Venezuela entre agosto y septiembre, fueron acusados por el gobierno de Nicolás Maduro de conspirar contra el régimen. Entre los liberados se encuentra Gregory David Werber, un desarrollador de software de 62 años; David Guillaume, enfermero viajero de 30 años; y David Estrella, un padre de familia de 64 años residente en Nueva Jersey. Las detenciones ocurrieron en situaciones diferentes: Werber fue aprehendido en un aeropuerto tras recorrer el país; Guillaume y Estrella fueron arrestados en Cúcuta, un cruce fronterizo entre Colombia y Venezuela.

Desde el inicio de su detención, los estadounidenses fueron recluidos en pequeñas celdas de hormigón en Rodeo Uno, una prisión conocida por sus estrictas medidas de seguridad. Fueron despojados de sus pertenencias, desnudados hasta la ropa interior, esposados y encapuchados. Según testimonios, los guardias del penal portaban pasamontañas y utilizaban apodos como "Hitler" y "Demonio", mientras sometían a los prisioneros a agresiones físicas, gas pimienta y privaciones de derechos básicos, como atención médica y representación legal.

Casi tres meses después de su ingreso a Rodeo Uno, el maltrato y el aislamiento detonaron una rebelión. Werber, apodado por los demás reclusos como "capitán", lideró una protesta donde los prisioneros golpearon las paredes y puertas de las celdas, lo que provocó la reacción violenta de los guardias. La represión incluyó el uso de equipos antidisturbios y más agresiones físicas que dejaron a los prisioneros malheridos.

La liberación de los seis estadounidenses fue posibilitada tras la llegada del enviado especial Richard Grenell a Venezuela. Su reunión pública con Nicolás Maduro supuso un punto crítico para lograr este acuerdo, aunque generó críticas por dar legitimidad a un líder acusado de abusos a los derechos humanos y fraude electoral. Además, el Departamento de Estado informó que aún permanecen nueve ciudadanos estadounidenses o residentes legales bajo custodia del gobierno venezolano, junto con 900 presos políticos y al menos 68 titulares de pasaportes extranjeros de diversas nacionalidades.

En Washington, la liberación fue recibida con alivio, pero no sin críticas. El presidente Donald Trump contactó personalmente a los liberados en el avión que los transportaba de regreso a casa. Sin embargo, los ex prisioneros han señalado importantes fallas en el proceso de reintegración ofrecido por las autoridades estadounidenses, ya que no recibieron una atención médica, psicológica o de rehabilitación adecuada tras su regreso.

Por su parte, los ex prisioneros ahora se adaptan a sus nuevas vidas mientras intentan superar las secuelas psicológicas y físicas de su experiencia. Guillaume reside temporalmente en Colombia mientras su prometida, Jaralmy Barradas, permanece encarcelada en Venezuela junto con varios familiares de otros detenidos. Esta situación ha puesto en evidencia la política de detención arbitraria del gobierno de Maduro, que utiliza a ciudadanos extranjeros como piezas de intercambio en sus estrategias de negociación política.

El caso de los estadounidenses y otros detenidos subraya el clima de presión internacional que enfrenta Nicolás Maduro. Según analistas políticos, estas acciones responden a un intento del líder venezolano de buscar reconocimiento internacional y alivio de sanciones impuestas por Estados Unidos, además de dividir las posturas dentro de la administración Trump respecto a cómo abordar su gobierno. Mientras el Departamento de Estado continúa abogando por la liberación de los ciudadanos detenidos, miles de presos políticos venezolanos y extranjeros siguen atrapados en condiciones similares.

Rodeo Uno, la prisión donde estuvieron detenidos los estadounidenses, aloja a cientos de presos políticos y comunes, muchos de ellos acusados de conspirar contra el régimen. El nombre de alto perfil de sus detenidos ha convertido al penal en un símbolo de la crisis de derechos humanos en Venezuela.

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