El virus Oropouche, un arbovirus transmitido por picaduras de mosquitos y midges, ha emergido como una amenaza creciente en América del Sur y por primera vez ha sido detectado en Europa. Según los informes oficiales, desde enero hasta mediados de julio de 2024, se han confirmado más de 8,078 casos de fiebre Oropouche en América del Sur, siendo Brasil el país más afectado con más de 7,000 casos. Este aumento es alarmante en comparación con los 832 casos reportados en el mismo período del año anterior.
La gravedad del brote se ha intensificado con la confirmación de dos muertes en Brasil, las primeras desde que se tiene registro, ambas en mujeres jóvenes sin condiciones de salud preexistentes. Esta situación ha incrementado la preocupación sobre las posibles complicaciones severas del virus.
En Europa, se han reportado 19 casos, todos vinculados a viajeros que regresaron de Cuba y Brasil. Italia y España son los primeros países europeos en registrar estas infecciones, lo cual ha subrayado la necesidad de vigilancia estricta y medidas de control. El virus Oropouche debe su nombre al río Oropouche en Trinidad y Tobago, donde fue identificado por primera vez en 1955.
Los síntomas del virus Oropouche, similares a los de la gripe, incluyen fiebre alta, dolor de cabeza, mareos, escalofríos, dolores musculares y sensibilidad a la luz, con una duración de entre 2 y 5 días. Aunque la mayoría de los pacientes se recuperan sin secuelas, algunos pueden desarrollar complicaciones graves como meningitis y encefalitis.
Diversos factores están contribuyendo al brote. El cambio climático ha acelerado la maduración de los insectos y ha creado condiciones favorables para su reproducción. Además, la deforestación y la movilidad humana entre áreas urbanas y forestales han facilitado la expansión del virus. Las mutaciones en el genoma del virus también están siendo estudiadas, ya que pueden afectar su virulencia y capacidad de infección.
Las investigaciones en curso están evaluando casos posibles de transmisión de madre a hijo y su relación con problemas congénitos y abortos espontáneos. En Brasil, ya hay sospechas de microcefalia en recién nacidos y varias muertes fetales están bajo investigación.
Actualmente, no existen vacunas ni tratamientos antivirales específicos para combatir la fiebre Oropouche. Las autoridades de salud recomiendan el uso de repelentes de insectos, ropa de manga larga y la eliminación de criaderos de mosquitos como medidas de prevención. La concienciación pública y la vigilancia activa son esenciales para controlar la expansión del virus.
El brote del virus Oropouche no solo pone en evidencia la vulnerabilidad de las regiones afectadas sino también el impacto global de las enfermedades infecciosas, destacando la necesidad de respuestas rápidas y coordinadas para mitigar sus efectos.