La incertidumbre en torno al sucesor de Francisco se mantiene, mientras aumentan las especulaciones sobre los principales candidatos a encabezar la Iglesia Católica en el próximo cónclave. Entre los nombres mencionados figuran representantes de Italia, Filipinas, Ghana, Hungría, Portugal, Malta y Guinea, cuyos perfiles reflejan la diversidad de corrientes y prioridades dentro del colegio cardenalicio.

El cardenal Pietro Parolin, de 70 años y actual secretario de Estado del Vaticano desde 2013, se perfila como un posible candidato de continuidad. Parolin ha estado al frente de complejas negociaciones diplomáticas, destacando el acuerdo de 2018 con China sobre el nombramiento de obispos, iniciativa que generó tanto respaldo como fuertes críticas por parte de quienes la vieron como una concesión al régimen comunista. Considerado fiable por actores diplomáticos internacionales, Parolin es visto por sus detractores como excesivamente pragmático y modernista, mientras sus defensores lo califican como un idealista comprometido con la paz.
Luis Antonio Tagle, de 67 años, filipino y exarzobispo de Manila, sería el primer papa asiático de la historia. En su momento, fue visto como favorito para continuar la agenda progresista de Francisco, si bien recientemente ha perdido peso en las apuestas. Tagle ha abogado públicamente por una postura menos severa hacia parejas homosexuales y divorciadas, pero ha mantenido su oposición al derecho al aborto en Filipinas.

Peter Kodwo Appiah Turkson, de 76 años y originario de Ghana, representa la posibilidad del primer papa negro en siglos. Turkson ha destacado por su trabajo en temáticas como crisis climática, pobreza y justicia económica, además de pronunciarse contra la corrupción y en defensa de los derechos humanos. Aunque defiende posiciones tradicionales sobre el sacerdocio y el matrimonio, ha señalado que muchas de las leyes contra la homosexualidad en África resultan demasiado estrictas.

Por su parte, Péter Erdő, de 72 años y procedente de Hungría, se sitúa como referente conservador y supondría un cambio drástico respecto al curso impuesto por Francisco. Valorado como un intelectual de peso, ha defendido firmemente las enseñanzas tradicionales de la Iglesia. En 2015, rechazó la apertura de las iglesias a migrantes, alineándose políticamente con el primer ministro húngaro Viktor Orbán.

Entre los candidatos progresistas, Matteo Zuppi, italiano de 69 años, se destaca por su perfil liberal en temas como las relaciones entre personas del mismo sexo y el compromiso social. Designado cardenal en 2019 y enviado de paz para Ucrania en 2022, Zuppi ha intervenido en gestiones humanitarias tanto en Moscú como en Kiev.

José Tolentino Calaça de Mendonça, cardenal portugués de 59 años, es uno de los aspirantes más jóvenes, condición que podría impactar negativamente sus posibilidades ante cardenales que prefieren ciclos papales más cortos. Tolentino se ha pronunciado por una mayor interacción de la Iglesia con la cultura contemporánea y ha generado debates por su apertura hacia temas como la ordenación de mujeres y los derechos reproductivos.

Desde Malta, Mario Grech, de 68 años, muestra una evolución desde el tradicionalismo hacia posturas más abiertas, especialmente tras la elección de Francisco. Ha defendido el papel de las diaconisas y se ha expresado en contra de restricciones a las ONG humanitarias por parte de gobiernos europeos.

Pierbattista Pizzaballa, italiano de 60 años, funge como patriarca latino de Jerusalén desde 2020 y desempeña un papel relevante en la protección de los cristianos en Tierra Santa. Destacó internacionalmente por ofrecerse como rehén a cambio de niños capturados por Hamás tras el ataque del 7 de octubre de 2023, y visitó Gaza en mayo de 2024 tras intensos esfuerzos diplomáticos.

Finalmente, Robert Sarah, cardenal guineano de 79 años, representa la vertiente ortodoxa y conservadora. Crítico de la “ideología de género” y promotor del celibato clerical, Sarah fue coautor junto a Benedicto XVI de textos que desafiaron la autoridad de Francisco en 2020. De ser elegido, al igual que Turkson, rompería una tradición de siglos sin un papa negro.
El proceso de selección sigue siendo imprevisible por la dinámica interna del cónclave, donde las preferencias pueden cambiar en cuestión de horas y las maniobras para favorecer o bloquear candidatos juegan un papel central. La elección del próximo papa abre el escenario a un posible histórico giro en la Iglesia Católica, ya sea por el origen geográfico, el perfil doctrinal o la continuidad con el papado de Francisco.