Carolina, una rata africana gigante que dedicó siete años de su vida al servicio de la salud pública, se ha retirado de sus funciones tras detectar con éxito más de 3.000 casos de tuberculosis que habían sido pasados por alto en pruebas clínicas convencionales. Este logro no sólo evitó potencialmente la infección a más de 30.000 personas, sino que también contribuyó significativamente a la lucha contra una de las enfermedades infecciosas más mortales del mundo.

La organización sin ánimo de lucro APOPO, responsable del programa HeroRATS al que Carolina pertenecía, entrena ratas africanas gigantes para detectar enfermedades como la tuberculosis y realizar otras tareas humanitarias. Equipadas con un olfato extremadamente agudo, estas ratas pueden identificar casos positivos de tuberculosis en tan solo 20 minutos, analizando hasta 100 muestras de esputo durante su sesión diaria. En comparación, un microscopio humano tardaría hasta cuatro días en procesar la misma cantidad de muestras.

El olfato extraordinario de las ratas también les permite detectar seis compuestos orgánicos volátiles relacionados con la bacteria Mycobacterium tuberculosis, incluso en fases latentes de la enfermedad. Diariamente, el personal de APOPO recoge muestras de esputo negativas de clínicas locales en motocicletas y las lleva a los laboratorios donde las ratas trabajan. En caso de que una rata señale una muestra como positiva, el diagnóstico es confirmado posteriormente mediante pruebas más sensibles. Esto ha aumentado las tasas de detección en un 40% en las regiones de Tanzania y Etiopía, donde se han visto mejores resultados gracias a estas heroicas ratas.
El impacto del trabajo de Carolina y sus colegas no es menor: sólo en 2023, estas ratas lograron evitar casi 400.000 nuevos casos de tuberculosis en Tanzania y Etiopía, lo cual es crucial frente a una enfermedad que actualmente representa la principal causa de muerte por patógenos infecciosos en el mundo, superada brevemente por la pandemia de COVID-19. En 2023, más de 50.000 personas perdieron la vida a causa de la tuberculosis en ambos países, una problemática agravada aún más por la coexistencia de factores como VIH, desnutrición y sistemas inmunológicos débiles.

Las ratas africanas gigantes entrenadas por APOPO, que pueden vivir hasta 10 años en cautividad, son más grandes que los roedores comunes y tienen una capacidad física y sensorial extraordinaria. Su cuerpo puede medir cerca de 33 centímetros, con una cola igual o más larga. Además, su agudo sentido del olfato les permite detectar compuestos químicos, siendo capaces incluso de oler media gota de cloro en un espacio equivalente a 20 piscinas olímpicas, según explicó Cindy Fast, jefa de adiestramiento y neurocientífica del comportamiento en APOPO.
Además de combatir la tuberculosis, el programa HeroRATS tuvo sus inicios en los años noventa como una solución para la detección de minas terrestres. Las ratas, ligeras y con un asombroso olfato, lograron identificar minas sin activar los explosivos. Hoy en día, la detección de tuberculosis es una prioridad para APOPO dada la crisis sanitaria que la enfermedad representa, especialmente en África.

El entrenamiento de estas ratas, que dura aproximadamente un año, se basa en un sistema de refuerzo positivo utilizando un dispositivo de clicker y recompensas de batidos de plátano y aguacate. Una vez certificadas, las ratas pueden trabajar en distintas áreas y adaptarse según sus habilidades y personalidades. Tal es el caso de Carolina, quien realizó una contribución inigualable al programa de detección de tuberculosis de APOPO.
En noviembre de 2023, Carolina fue homenajeada en su retiro, rodeada de aplausos de sus compañeros humanos y una tarta especialmente diseñada para ratas. En su jubilación, comparte un recinto de descanso con Gilbert, otra rata jubilada. El lugar, cariñosamente llamado “Florida” por los entrenadores, proporciona un entorno tranquilo y lleno de estímulos para mantenerlas activas.

A pesar de los esfuerzos de APOPO, la percepción negativa hacia las ratas y las dificultades de financiamiento limitan la expansión de este programa a otros países. Sin embargo, el impacto alcanzado por Carolina y sus compañeras ha sido un ejemplo rotundo del papel que estos animales pueden desempeñar en la salud pública, cambiando las narrativas culturales sobre los roedores.
Hoy en día, APOPO es la única organización que utiliza ratas para la detección de tuberculosis. "Siempre que mencionas el diagnóstico de ratas, la gente no lo entiende fácilmente", comentó Tefera Agizew, jefe de tuberculosis de APOPO. Sin embargo, cada vida salvada por estas ratas se traduce en una nueva oportunidad para transformar ideas preconcebidas.

El olfato de las ratas africanas gigantes es tan sensible que pueden detectar incluso media gota de cloro en un espacio equivalente al tamaño de 20 piscinas olímpicas, lo que las convierte en asombrosas herramientas biológicas para salvar vidas.
Carolina se despide con su legado intacto, quedando como símbolo de lo que es posible con innovación y empatía hacia la naturaleza.