El 21 de marzo en Chicago, un hecho violento capturó la atención nacional en Estados Unidos cuando Dexter Reed, de 26 años, fue abatido durante una parada de tráfico por no llevar puesto el cinturón de seguridad. Según el reporte de la Oficina de Responsabilidad Policial de Chicago (COPA), Reed habría disparado primero, lo que llevó a los oficiales a responder con un total de 96 disparos en menos de un minuto. La intensidad y rapidez de los disparos han provocado un profundo escrutinio sobre las tácticas empleadas y la proporcionalidad de la fuerza utilizada.
El tiroteo se produjo en un contexto en el que Chicago ha estado bajo un plan supervisado por la corte para reformar la policía desde 2019, tras el asesinato del adolescente Laquan McDonald por un oficial de policía, lo cual reveló un patrón de uso excesivo de la fuerza y prejuicio racial por parte del departamento.

La confrontación se intensificó rápidamente después de que los oficiales, que eran parte de una unidad táctica y no vestían uniformes estándar, intentaran detener a Reed por una infracción de tráfico menor. Según los vídeos de las cámaras corporales, los oficiales se acercaron con las armas desenfundadas, lo que posiblemente escaló la situación.
COPA ha iniciado una investigación para examinar cada uno de los 96 disparos, buscando determinar la amenaza inminente que justificó cada uso de la fuerza letal. Este análisis incluirá revisar la secuencia de los disparos, especialmente aquellos efectuados después de que Reed cayó al suelo y parecía no representar una amenaza.