El compostaje humano, o reducción orgánica natural, se está consolidando como una práctica funeraria innovadora y respetuosa con el medio ambiente en Estados Unidos. En lugares como Recompose, en Seattle, el proceso transforma los cuerpos en tierra fértil en un lapso de 30 a 40 días. Este método no solo honra la vida de los difuntos permitiendo que “regresen a la tierra”, sino que también aborda la crisis climática al evitar las emisiones de carbono asociadas con la cremación y los entierros convencionales. La historia de Dennis Cunningham, un abogado de derechos civiles, ejemplifica la elección personal de esta opción, reflejando su compromiso de vida con el ambientalismo.

El compostaje humano se ha legalizado en varios estados, incluidos Washington, Oregon, Colorado, Nevada, Vermont y Nueva York, con Delaware recientemente uniéndose a la lista. La legislación en estos estados refleja un cambio cultural y ambiental hacia prácticas funerarias más sostenibles. Sin embargo, enfrenta oposición de sectores que consideran la práctica como poco digna o que cuestionan su seguridad y beneficios ambientales. A pesar de esto, empresas como Recompose han ganado atención por ofrecer un servicio que combina el cuidado del medio ambiente con una despedida digna y significativa.