El trágico incidente que culminó en la muerte de Kaylin Gillis ha conmovido a la comunidad de Hebron, Nueva York, y más allá. Kevin Monahan, de 66 años, enfrentó a la justicia y fue condenado a 25 años a cadena perpetua por el asesinato en segundo grado de Gillis, quien falleció en abril del año pasado tras un fatal error de dirección. La joven, acompañada de amigos, buscaba una fiesta y terminó en la propiedad de Monahan por equivocación.
La decisión del juez Adam Michelini refleja no solo el deseo de justicia para Gillis y sus seres queridos sino también un mensaje claro sobre la inaceptabilidad de acciones violentas ante errores inocentes. La sala del tribunal, llena de familiares y amigos de Gillis, vistiendo camisetas en su memoria, se convirtió en el escenario de un profundo dolor y exigencia de justicia. Los impactantes testimonios de Andrew Gillis, padre de Kaylin, su novio y amigos, destacaron el vacío irreparable dejado por su prematura partida.
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La defensa de Monahan argumentó que el disparo fue un accidente causado por una falla en su escopeta de 20 calibres, y que Monahan actuó bajo la creencia de que su hogar estaba siendo asediado. Sin embargo, la fiscalía y el jurado vieron en sus acciones una indiferencia depravada hacia la vida humana, concluyendo que su reacción fue excesiva y motivada por una ira irracional hacia los supuestos intrusos.