El 29 de julio de 2024, Axel Rudakubana, entonces de 17 años, irrumpió en una clase de baile temática de Taylor Swift en Southport, Inglaterra, y apuñaló mortalmente a tres niñas pequeñas. Las víctimas fueron Alice Da Silva Aguiar, de 9 años, quien recibió 122 heridas; Elsie Dot Stancombe, de 7 años, que sufrió 85 heridas; y Bebe King, de 6 años.
Además de las tres niñas fallecidas, otras ocho menores de entre 7 y 13 años resultaron heridas, así como la profesora Leanne Lucas y Jonathan Hayes, un empresario local que intentó intervenir. El ataque ocurrió en el primer día de las vacaciones de verano, cuando 26 niñas estaban reunidas haciendo pulseras y cantando canciones. Un video de la corte mostró el momento en que las niñas comenzaron a gritar y huir al ver el ataque.
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Durante el juicio, se reveló que Rudakubana había tenido una obsesión prolongada con la violencia y el genocidio. Se le acusó de tres cargos de asesinato, diez de intento de asesinato, y otros delitos, entre ellos la posesión de un cuchillo, la producción de ricina y la posesión de un manual de Al Qaeda. En el momento de su arresto, se le escuchó decir: "Es una buena cosa que esos niños estén muertos, estoy tan contento, estoy tan feliz".
El juez Julian Goose, encargado de dictar la sentencia, declaró que aunque no podía imponer una cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional debido a la minoría de edad de Rudakubana en el momento del crimen, es probable que nunca sea liberado.
Rudakubana había sido reportado varias veces a las autoridades por su interés en la violencia. En 2019, había contactado una línea de ayuda para preguntar: "¿Qué debo hacer si quiero matar a alguien?". Fue expulsado de la escuela por llevar un cuchillo y había atacado a un compañero con un palo de hockey.
El gobierno británico ha anunciado una investigación pública sobre cómo el sistema falló en detener a Rudakubana, quien había sido referido tres veces al programa de prevención de extremismo "Prevent" debido a su comportamiento violento. Sin embargo, sus crímenes no se clasificaron como terrorismo, ya que no estaban motivados por ninguna causa política o religiosa discernible.
La sentencia de Rudakubana ha desencadenado un debate sobre la seguridad y la prevención de la violencia en el Reino Unido. El Primer Ministro Keir Starmer afirmó que el país debe enfrentar una "nueva amenaza" de individuos violentos.