Investigadores de la Universidad Konkuk en Corea del Sur llevaron a cabo un estudio en el que se analizó la actividad cerebral de 30 participantes mientras interactuaban con un caniche bien entrenado de cuatro años. Durante el estudio, se observó que actividades como jugar y caminar con el perro incrementaban la fuerza de las oscilaciones de las ondas alfa en el cerebro, lo que indica un estado de relajación. Por otro lado, actividades como acariciar o masajear al perro se asociaron con un aumento en las ondas beta, vinculadas a una mayor concentración.
Los participantes, compuestos por 15 hombres y 15 mujeres mayores de 20 años, realizaron ocho actividades diferentes con el perro, incluyendo alimentarlo, acariciarlo, pasearlo y tomarle fotografías. Después de cada actividad, reportaron sentirse significativamente menos fatigados, deprimidos y estresados. Este hallazgo sugiere que la interacción con perros no solo proporciona beneficios emocionales inmediatos, sino que también puede tener efectos positivos duraderos en el bienestar mental.

La metodología del estudio incluyó el uso de electroencefalogramas (EEG) para medir la actividad eléctrica en el cerebro de los participantes, proporcionando así una evaluación objetiva de los cambios inducidos por la interacción con el perro. Los resultados publicados en la revista PLOS ONE resaltan la importancia de las interacciones específicas con animales en la generación de estados mentales beneficiosos, ofreciendo una base científica para la terapia asistida por animales.
Expertos en el campo han elogiado el estudio por su enfoque en medir los efectos específicos de diferentes tipos de interacción animal en el cerebro humano. Sin embargo, también señalaron la necesidad de estudios adicionales para confirmar estos hallazgos y explorar más a fondo los mecanismos subyacentes que vinculan la interacción con mascotas a los beneficios observados en la actividad cerebral.