Desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania en 2022, la asistencia militar estadounidense ha jugado un papel fundamental en la capacidad defensiva del país ucraniano. Estados Unidos ha destinado un total aproximado de 320.000 millones de dólares para recursos militares a Ucrania, lo que representa un 32% del total de esta ayuda, equivalente a 102.400 millones de dólares. El resto de los fondos proviene de países europeos, responsables de otro 32%, y Ucrania, que ha aportado el 36%.
Entre los recursos proporcionados destaca la más reciente ayuda aprobada en enero de 2025 por el expresidente Joe Biden, valuada en 500 millones de dólares, e inclinada a cubrir munición antiaérea, misiles aire-tierra y componentes necesarios para los cazas F-16. Sin embargo, aún permanecen pendientes 3.800 millones de dólares en armamento de los 61.000 millones que el Congreso de Estados Unidos había aprobado en abril de 2024.
Ucrania depende en gran medida del equipo militar proveniente de Estados Unidos, que cubre aproximadamente el 30% de su capacidad defensiva contra los ataques rusos. Sin esta asistencia, se prevé un efecto inmediato en la línea de defensa ucraniana, incluidas posibles dificultades para reponer municiones, racionamiento de los sistemas defensivos críticos como el Patriot, y una disminución en los ataques de precisión contra infraestructuras militares rusas.

En términos armamentísticos, Ucrania enfrenta vulnerabilidades frente a Rusia, excepto en el uso de drones, que se ha convertido en un punto clave en sus esfuerzos por mantener el equilibrio militar. Este conflicto tecnológico se ve reforzado por la conexión satelital Starlink, del empresario Elon Musk, esencial para las comunicaciones y operaciones militares, así como por la inteligencia crítica del Pentágono, sin la cual las Fuerzas Aéreas de Ucrania verían limitada su capacidad para anticipar ataques o ubicar las posiciones enemigas.
La decisión de suspender la ayuda militar fue anunciada públicamente por Donald Trump, quien manifestó que no hay interés en aprobar nuevas partidas para este propósito. Esto deja a Ucrania en un panorama incierto, mientras sus capacidades defensivas se ven comprometidas. Tal medida, además de tener implicaciones directas en el campo de batalla, es considerada un desafío político y diplomático que podría redefinir la postura de otras naciones en cuanto a la cooperación en el conflicto.
Este desenlace podría acelerar la reducción efectiva de ataques ucranianos basados en inteligencia estadounidense y reavivar cuestionamientos sobre la continuidad del apoyo internacional hacia el país. La presión de Washington sobre temas como la entrega de misiles de medio y largo alcance y sistemas específicos de defensa también podría intensificarse a medida que los insumos cruciales comiencen a escasear.
Los drones, un área en la que Ucrania supera militarmente a Rusia, han actuado como un componente fundamental en la estrategia defensiva ucraniana, a pesar de sus limitados recursos.