Investigadores de University College London (UCL) y la Universidad de Oxford realizaron un estudio que demuestra que la actividad física puede mejorar la función cognitiva en adultos mayores, observándose efectos duraderos hasta 24 horas. El estudio tuvo lugar durante ocho días y contó con la participación de 76 adultos británicos, de entre 50 y 83 años, con una edad media de 64.6 años y donde el 60.5% de los participantes eran mujeres.
El método del estudio incluyó el uso de acelerómetros colocados en la muñeca de los participantes para medir su actividad física y patrones de sueño. Las categorías de actividad física evaluadas fueron moderada a vigorosa (MVPA), ligera y comportamiento sedentario. Para evaluar la función cognitiva, los participantes se sometieron diariamente a pruebas que medían la memoria episódica y de trabajo, función ejecutiva y velocidad de procesamiento.
Entre los principales hallazgos, se indicó que un aumento de 30 minutos en la actividad física moderada a vigorosa mejoraba las puntuaciones de memoria episódica en 0.15 desviaciones estándar (SD) y las de memoria de trabajo en 0.16 SD. Por otro lado, el incremento de 30 minutos en comportamiento sedentario reducía las puntuaciones de memoria de trabajo en 0.05 SD.
El estudio también puso de manifiesto la importancia de la calidad del sueño. Dormir seis horas o más se relacionaba con un aumento de 0.60 SD en las puntuaciones de memoria episódica y una velocidad psicomotora más rápida en 0.34 SD. Adicionalmente, 30 minutos extra de sueño REM incrementaban las puntuaciones de atención en 0.13 SD, y 30 minutos más de sueño de ondas lentas (SWS) aumentaban las de memoria episódica en 0.17 SD.
Un hallazgo notable del estudio fue la combinación de los efectos del sueño y la actividad física: la actividad física moderada o vigorosa se asociaba con mejores puntuaciones de memoria episódica y de trabajo hasta 24 horas después del ejercicio, mientras que mayor comportamiento sedentario se relacionaba con una reducción en la memoria de trabajo. La duración y calidad del sueño, en especial el sueño profundo, también contribuían a la mejora cognitiva al día siguiente, independiente de la actividad física.
Los resultados fueron difundidos en el "International Journal of Behavioral Nutrition and Physical Activity", basado en datos obtenidos de acelerómetros y pruebas cognitivas en un entorno de vida libre, proporcionando una visión realista de la relación entre la actividad física, el sueño y la función cognitiva diaria en los adultos mayores.
A pesar de los hallazgos positivos, los investigadores advirtieron que no se puede establecer si estos aumentos a corto plazo en el rendimiento cognitivo tienen un impacto duradero en la salud cognitiva a largo plazo.